Si María nos quedara sería hoy más luminoso el día. No habría preguntas que negar porque su voz, que tanta vida acogía, llenaría la mañana descubierta. Si María nos quedara el mundo seguiría siendo un cielo que alcanzar, un por siempre que iluminar.
Con su valiente valentía nos acercó, cada vez que nos hablaba, a la calidez de su amor y no hay ola que no susurre en cada orilla visitada la blancura de las cumbres de su corazón. En cada una de ellas se quedan los momentos que compartimos trabajando mientras aprendíamos a emprender. Esta noche, María, créeme, no hay proyecto que pueda crecer sin tu aliento, sin tu latido, sin las suaves palabras que deslizabas en cada encuentro impregnadas en la sabiduría de tu juventud.
Porque no sabemos, porque no entendemos, porque no encontramos senderos que acompañar. Déjanos tu luz y di que siempre serás estrella y alma, mar profundo donde no hay costas infinitas. Haz de esta ladera yerma música cálida y enséñanos a ser viento fiel, mas no nos pidas que te digamos adiós. No seremos capaces, María. Ya no seremos sin ti.