La cita es al lado de la antigua Estación del Norte de Zaragoza, un lugar que me emociona. Allí, cuando niño, cogíamos los eternos trenes que nos llevaban a Valencia a bebernos el aroma del mar y mecernos en las olas de su música. Alberto llega con paso joven, siempre primavera en medio del otoño y las sonrisas se nos hacen muy conocidas. La conversación se sienta a nuestro lado y con ella comenzamos a navegar por una vida breve y prolongada a la vez. Alberto se encuentra en estos momentos trabajando en su programa “¿Te suena?” para Aragón Televisión y por esa puerta entramos en su vida.
– ¿A qué te sonaba esto de ser periodista cuando eras un niño?
– Yo tenía muy claro desde pequeño que quería comunicar.
– ¿Comunicar? ¿Y qué entiende un chaval de 10 años por “comunicar”?
– Pues contar cosas. Me daba igual, porque yo escribía mucho, desde siempre. Gané un premio de la Diputación de narrativa infantil y en seguida me metí en BALCEI. Quería contar cosas y si no las contaba de una manera las contaba de otra. Hasta me inventaba juegos con los chicos de la calle.
– Y, ¿tenías quien te escuchara?
– Y si no, me lo buscaba. Tenía tantas ganas de contar y conocer cosas… Aprendía cosas para luego poder contarlas. Tenía mucha curiosidad y disfrutaba de lo que me contaban los mayores, los amigos de mis padres.
– ¿Y esto se lo decías a los demás?
– Sí, todos tuvieron muy claro desde el principio lo que quería ser. Por ejemplo, hacía cabeceras de programas con un ordenador MSX y como me gusta mucho la tele la analizaba y me grababa cabeceras de programas y series.
– ¿Qué cómplices te acompañaron en aquellos momentos?
– En Alcorisa no fue difícil encontrarlos. Muy pronto surgieron alternativas. Me acercqué a BALCEI de forma muy natural, igual que cuando llegué al Instituto de Andorra y me enteré de que había un periódico, “El Papiro”. A la semana ya estaba ahí preguntando. Y lo mismo en la radio. Me llamaron cuando comenzó ONDA BALCEI porque sabían que yo quería estar ahí.
– ¿Y qué contabas?
– De todo. De entrada informar me ha gustado siempre. Lo que pasa en el mundo que nos rodea. Después trasladar mis mundos. Me acuerdo que hacía un programa en ONDA BALCEI con mi hermano Óscar, al que me llevaba de técnico y era una especie de serial de radio, porque también me ha gustado siempre el teatro y la escena.
– ¿Guardas los originales de aquellas grabaciones?
– Estoy convencido de que sí. Siempre he sido de guardarlo todo. Tengo montones de carpetas, de proyectos, de historias que me pongo a escribir y a veces no acabo. Para que te hagas una idea, fuimos con mis padres a los Juegos Olímpicos. Yo tendría 17 años e iba con un micrófono radiando por dónde íbamos, lo que hacíamos. Le preguntaba a la gente y me contestaban. Lo tenía tan claro que cuando no obtuve la nota para ir a estudiar a Madrid decidí quedarme ese año en Alcorisa para subir nota y poder matricularme. Luego tampoco pudo ser lo de Madrid y me fui a Bilbao y encantado de la vida porque yo lo que quería era entrar en periodismo.
– Me gustaría que me hablases de cómo era BALCEI cuando entraste en la redacción siendo aún un chaval.
– Lo primero que me llamó la atención fue estar con gente a la que apenas conocía, de diferente procedencia, de diferentes áreas de desarrollo de la sociedad de Alcorisa y te vas integrando. Yo, por ejemplo, empecé con la sección infantil del colegio, dando noticias que nos podían interesar a nosotros.
– Nace en el colegio la idea de una emisora de radio escolar que pronto crece y se convierte en local porque se suma el mundo joven. ¿Qué sensaciones recuerdas de cuando hacías tus programas?
– Una sensación de alegría enorme. Preparaba el programa durante la semana, con mucho esfuerzo porque nos costaba mucho prepararlo. Me pegaba horas pensando lo que iba a hacer y al final salía una especie de magacín. Nos costaba completar una hora de programa pero yo me sentía muy contento. Tenía la sensación de que hacía lo que quería hacer.
– Y cuando saliste a estudiar fuera y decías: “En mi pueblo hay una emisora de radio”, supongo que a la gente le llamaría la atención.
– Sí, la sensación era: “Esto ya lo he hecho”. Yo sabía hacer ciertas cosas y luego, cuando estás junto a gente que sabe, aprendes mucho, pero siempre he estado muy agradecido, muy feliz de haber tenido esas oportunidades como el periódico y la radio, de las que siempre he estado muy orgulloso.
– Te quedaste un año en Acorisa para poder hacer lo que querías: ir a Madrid.
– Fue una cabezonería de juventud. Yo había soñado con ir a Madrid y en el instituto estábamos varios amigos que queríamos ser periodistas y todos habíamos pensado en ir a Madrid. Era algo romántico. Por ejemplo, llamábamos a los programas de televisión para ir de público y nos íbamos a Madrid. Nos gustaba aquello. Por eso me quedé en Alcorisa a hacer otras cosas. Luego no pudo ser y me fui a Bilbao, donde estuve fenomenal.
– ¿Cómo era la vida en Bilbao en aquellos días?
– Era una época muy complicada. Más que miedo se vivía algo así como “Yo no hablo de lo tuyo, tú no hablas de lo mío”. Esa era la fórmula. “La cosa está muy mal, pero vamos a convivir”. Hubo atentados muy graves y en la universidad había un espíritu de confrontación. En esa época aprendí mucho de periodismo y de cómo llevar a cabo una información contrastada, lejos de la manipulación.
– ¿Se vivía en Bilbao otro tipo de periodismo?
– Era un periodismo muy militante que, por cierto, ahora ha crecido. Antes se hacía un periodismo más objetivo, mientras que ahora todo es muy complicado. Es algo que yo siempre critico y que viví allí en ese momento. La confrontación entre los profesores era evidente. Estabas ante un decretista o un constitucionalista y creo que aquellos años hubo una normalización de la violencia. Cuando yo llegué todas las noches había altercados y había profesores amenazados en la universidad. Fueron unos años en lo que hubo atentados muy graves como los de Ordóñez y Blanco que hicieron que la sociedad comenzara a movilizarse. Yo aprendí de vivir y escuchar a abertzales que eran incluso amigos, con posturas diferentes ante la vida y el periodismo. Se discutía sobre si estaba bien matar o no, algo sobre lo que aquí, en Alcorisa, no había ninguna duda y yo aprendo que allí sí la había.
– ¿Y el periodismo? ¿Qué te enseñó la universidad?
– Aprendí mucho. Fundamentalmente las normas del periodismo, algo que siempre tienes que tener en cuenta. Aunque parezca que lo importante es contar cosas, si quieres informar tienes que seguir unas pautas. Nada se puede dar por bueno si no se contrasta. Eso era lo que se enseñaba como fundamental, mientras que hoy en día la información nos llega por todas partes y nada se contrasta. Vemos un vídeo en Youtube y ya está, y eso no es así. Tenemos que saber de dónde vienen las cosas, quién las publica y luego preguntar a otra fuente para ver si esto es así o no. Si haces caso sólo a una fuente hay que tener mucho cuidado. Por eso, hay que explorar todas las partes.
– Hoy, que vivimos en la sociedad de los 140 caracteres, ocurre todo lo contrario.
– Exacto. También es un reto que en 140 caracteres diéramos una información veraz y atractiva. Es difícil de cumplir y que hay que conseguir. Todo es importante pero sabiendo lo que nos ofrece de realidad, porque al ser una información tan precisa se convierte en un reto.
– Conforme pasaba el tiempo, ¿notabas que crecías como periodista?
– Sí. Y notaba que iba conociendo esas normas del periodismo para hacerlo cada vez mejor. Ser periodista es informar y notaba cómo cada vez me acercaba más a eso. Por otra parte, empecé a trabajar muy pronto. En 3º comencé a hacer unas prácticas en una tele local y ahí aprendí mucho más. Pude aplicar la teoría que había aprendido y también darme cuenta de que en ocasiones la teoría no encaja en la práctica y ahí también aprendí mucho.
– ¿Te animaron tus profesores a realizar estas prácticas?
– Sí, sí. Me animaron mucho a hacer estas prácticas que en principio iban a durar tres meses y que luego se prolongaron durante julio y agosto. Comencé haciendo un magacín de verano y reportajes culturales y sociales y al acabar me propusieron quedarme y entré en el mundo de la información.
– Después de terminar la universidad, ¿sigues aprendiendo?
– Claro. La teoría es fundamental, pero luego hay que aplicarla y eso se hace con trabajo. Y me sentí más realizado trabajando, así que ya que llevaba dos años trabajando en televisión seguí por ahí.
– ¿Y radio? Porque empezaste trabajando en ella cuando eras joven en la emisora de tu pueblo.
– He hecho poca. Al terminar el instituto hice algo de radio en Andorra y el primer año de carrera estuve en Cadena SER de Andorra durante el verano y también hice algo de radio años después en La Comarca. Me hubiera gustado hacer más, pero el camino te lleva por donde te lleva. Ese mundo me parece muy agradecido. Quizás sea más fácil la creación de información, pero también es más arriesgada porque tienes que llegar el primero y tienes menos tiempo para elaborarla.
– ¿Y al terminar la carrera?
– Yo ya llevaba dos años trabajando cuando acabé. Me hicieron un contrato de ocho horas justo cuando me iba a ir de Erasmus a Italia. Yo estaba muy bien allí, pero llegó un momento en que me apetecía volver a casa, al terruño. Además, los amigos también se movieron, así que aproveché una beca de la DGA que consistía en ofrecer un contrato de un año a estudiantes de periodismo aragoneses que estábamos estudiando fuera de Aragón. La solicité, me la concedieron y llegué al Grupo La Comarca.
– Llegamos ahora a una época importante: tu llegada a un grupo como La Comarca.
– Me parece digno de elogio lo que se ha hecho en el Grupo La Comarca. Cuando llegué estaba en pleno proceso de expansión. Un periódico los martes y los viernes, la radio acababa de arrancar y yo tuve la suerte de encontrarme con Raimundo Cubeles, presidente del grupo, al que estaré agradecido toda mi vida porque no sé qué vio en mí y menos de tres meses después ya estaba sobre la mesa el proyecto de La Comarca TeVe. Yo tenía 26 años y él pensó que yo podía ser un buen director. Fue impresionante. Mucho trabajo, pero para mí era como un hijo al que dedicarle todo el tiempo. Era una gran inversión y había que montar de la nada una programación, fidelizar a la gente en un lugar en el que ya había una televisión. Y lo logramos. No sólo eso, sino que conseguimos que durante mucho tiempo La Comarca TeVe fuera la televisión más vista por encima de cualquier otra. Conseguimos grandes éxitos y con algunos detalles sencillos pero muy efectivos como la idea de que unas personas movieran el dedo recorriendo la “e” espiral del logo del canal de televisión conseguimos un auténtico fenómeno.
– Estabais muy atentos a lo que pasaba, con los ojos muy abiertos. Muy vivos.
– Eso es una labor de años. Mucho trabajo y una red de gente que te informa. Con la gente del Bajo Aragón es muy sencillo. Hay un ejemplo que lo demuestra. Una vez tenía que completar un programa y se me ocurrió venir a un pueblo. Pensé: “Allí seguro que me ayudan”. Y salió. Además, era una televisión que siempre quisimos que fuese una televisión como las demás a todos los niveles: tecnológicos, de programación…
– No había día en que no se hablase de lo que se había visto en La Comarca TeVe. Nos enterábamos por vosotros de lo que pasaba en el Matarraña o en Caspe.
– Sí, así fue y eso se lo tenemos que agradecer a las personas que pusieron en marcha el proyecto.
– ¿Y tú crees que los medios de comunicación ayudan a vertebrar el territorio?
– Por supuesto, más que nada. Ayudan también a crear identidad. Son fundamentales. Ya en la antigua Roma el espacio más importante del foro estaba reservado para colgar la tablilla de los edictos y los bandos. La información es fundamental para que te sientas parte de algo.
– Los monólogos al comienzo de tu programa “Librado.com” te identificaron especialmente.
– El nombre del programa fue idea de mis compañeros y lo de los monólogos surgió de una forma espontánea un día que no entraba un vídeo y tuve que hablar durante unos minutos para llenar. Aquello quedó muy bien y mis compañeros me animaron a que convirtiera aquel hecho en algo cotidiano.
– Era una forma de ponerle cara y corazón a esta historia.
– Era mi papel, aunque en realidad no era papel, porque yo me sentía así.
– ¿Qué dos o tres momentos televisivos recuerdas de aquella época?
– El primero el maravilloso día que me trajo unos bocetos en los que aparecía la “E” de La Comarca TeVe, esa especie de espiral que había hecho un diseñador y no sé de qué forma se me ocurrió hacer la “E” con el dedo y pensé: “¿Y si alguien hace ese movimiento y dice ‘La Comarca te ve’ “? Estoy muy orgulloso de eso, porque se ha quedado en el subconsciente colectivo. Otro fue cuando decidimos retransmitir en directo las últimas carreras por el circuito urbano de Alcañiz. Fue una locura (ríe). Aquella noche, por las calles de Alcañiz con un montón de cables y viendo cómo respondía la gente. Aquel fin de semana no se vio otra televisión. Y el tercer hito fue cuando decidimos que cuando hubiera un acto importante para la comarca tenía que ser muy importante para nosotros: la Semana Santa, las fiestas…Teníamos que hacer programas especiales de unos actos que, durasen lo que durasen, teníamos que contar y aquello tenía que salir.
– Llegó un momento en que era tan habitual que La Comarca TeVe estuviese en los pueblos que la gente pasó de ser espectadores a ser locutores. Buena decisión.
– Sí. La Comarca TeVe no hubiera sido lo que fue sin la gente del Bajo Aragón. Nos hicieron el trabajo mucho más fácil colaborando con cualquier proyecto.
– ¿Te fuiste tú de La Comarca o “te fueron”?
– Me fui yo. Estoy encantado con esa época, pero llegó un momento en que quería pasar página. Era toda mi vida pero cuando ves que hay un desgaste necesitas hacer otra cosa. También noté que necesitaba formarme otra vez, saber más cosas. Entonces me fui a Madrid, mi “asignatura pendiente”. Me fue muy bien y algo verían en mí, porque me propusieron quedarme en Globomedia, en “El intermedio”. Fue una época muy enriquecedora por la gente que conocí y los proyectos en los que trabajé, como algunas series. Estaba haciendo lo que quería hacer y estaba en muy buena situación. En ese momento dos buenos amigos montaron una productora y me ofrecieron sumarme al proyecto como guionista y director de “Aragón misterioso”, y acepté.
– Recuperabas así tu vena cinematográfica. Aún recuerdo que hiciste un cortometraje en Alcorisa y lo montamos en el colegio.
– Sí. Mi primera experiencia con la edición de vídeo fue contigo (risas) y te lo agradezco mucho porque aquel corto que hice con Jorge Alloza y Aroa Ejarque fue toda una experiencia. Lo presenté en un concurso en Bilbao y se emitió para toda la universidad, de lo que estoy orgullosísimo.
– Y con “Aragón misterioso” recuperas eso.
– Sí, me apetecía mucho. Me encantan los programas en los que puedes trabajar y hacerlos bien, que te dejan tiempo. Fue una decisión arriesgada dejar “El intermedio”, que se dice pronto, pero me apetecía. Un programa semanal, crear mi producto. Quedaron muy bien y aún se emiten.
– Y ahora nos vas a explicar el fenómeno “jota”. ¿Qué ha pasado con este tema en los últimos años, en lo que tú tienes bastante que ver?
– Sí, creo que así es y lo reivindicamos con fuerza. Cuando acabó ”Aragón misterioso” hubo un parón, algo habitual en las productoras pequeñas. Yo llevaba mucho tiempo pensando cómo era posible que en una tele como la de Aragón no hubiera un hueco para la jota. Queríamos hacerlo con un formato actual, ir a buscar las cosas. Ser como “los callejeros de la jota”. Ir a los pueblos y descubrir cómo se quiere y disfruta la jota, algo que provoca muchos sentimientos.
– Además de la labor divulgativa, porque habéis hecho una reescritura de la jota, de su historia.
– Sí, estamos muy orgullosos, porque lo que siempre hemos querido hacer es divulgar. Recibir felicitaciones de gente importante del mundo de la jota, de los misterios, de la música o leer la columna de Joaquín Carbonell hablando muy bien de “¿Te suena?” me hace estar contento. Y con la jota queríamos que se supiesen bien las cosas y se estudiase bien la historia de la jota, pues ha sido muy injustamente tratada. Yo he tenido la suerte de estar rodeado de gente a la que le gusta la jota, pero veía cómo mucha gente, incluso altos representantes políticos de nuestra comunidad, la hacían de menos con términos como baturrismo.
– A partir de estos programas se crea una pequeña historiografía de la jota.
– Si, ahora hay un soporte histórico, Nos hemos apoyado en otros estudios e investigadores. Yo creo que “Se escribe con Jota” puede quedar como un buen documento para el futuro de la Historia de la Jota.
– ¿Os queda algún pueblo, cantador, cantadora que no pudisteis tratar? ¿Cabe una segunda parte? Porque también os fuisteis a Argentina, por ejemplo.
– Muchísimos. Yo creo que “Se escribe…” debería ser un programa fijo en la programación de Aragón TV. De la jota siempre queda algo por descubrir y siempre quedan pueblos. Es un tema inagotable. Y lo de Sudamérica fue algo increíble, algo inolvidable.
– Cuando terminas este proyecto se vive un momento critico hacia las televisiones autonómicas y tú tratas de luchar contra eso.
– Es que no consigo entender por qué algunos ven a las televisones autonómicas como un gasto superfluo. Es cierto que es muy complicado que sea rentable y en Aragón más, porque es un territorio muy extenso, pero en nuestro caso nos ayuda a conocernos unos a otros, a tener una idea de lo que es Aragón, a identificarnos con algo y a elevar nuestra autoestima como pueblo.
– Pues estamos alcanzando audiencias del 30%. Estamos descubriendo que somos capaces de crear un producto de calidad.
– Sí y de crear nuestra propia red de comunicación y de dar trabajo a mucha gente. Por eso no entiendo lo de “gasto superfluo”. Se crea industria, una imagen de marca y se crea comunidad, porque nos estamos conociendo y te apetece conocer más y mejor Aragón.
– Por eso sigues creyendo en esto y presentas el último proyecto, “¿Te suena?”.
– “¿Te suena?” es una idea que proviene de un programa de la TV gallega y se nos propone hacer una versión del mismo. Nosotros lo adaptamos y cambiamos el formato. Es el proyecto más reciente de nuestra productora y espero que no sea el último. Somos una productora pequeña y ahora mismo incluso estamos pensando en salir fuera.
– Alberto, periodista, creador: ¿a qué te suena ahora, hoy, ser periodista?
– Ahora estoy volviendo al periodismo activo, que lo había dejado desde mis tiempos en La Comarca TeVe y empecé con la creación de contenidos, para lo que creo que estoy más hecho. Cada uno tiene sus “nichos” y aunque he sido y soy periodista, lo que de verdad me gusta es crear contenidos propios y desarrollar ideas propias. Ahora estoy recuperando ese periodismo activo, que también me hace disfrutar. Ser periodista y seguir peleando por la creación audiovisual.
– Quiero despedirme recordando aquel reportaje de las peñas zaragocista y madridista que elaboraste el día de la final de Copa de 2004. Supongo que lo recuerdas bien (risas)
– Sí, sí. En esas pequeñas cosas es donde se nota la creación. Lo tenía programado para hacerlo en Alcorisa. Tenía la curiosidad y tenía que probar, aunque no sabía cómo iba a salir. Y salió muy bien. Ahí se crea un universo y eso es lo bonito del periodismo. Aunque cada año se produzca la misma noticia, como San Sebastián en Castelserás, por ejemplo, cada vez es diferente. No saber lo que te vas a encontrar cuando te levantas por la mañana es una maravilla.
Casi hemos agotado la tarde. Hay un camino ocre que nos lleva hasta los jardines de la estación donde le hago una foto. En ella se refleja una sonrisa perenne, como las hojas de los árboles que no se rinden a este octubre harto de fiesta y exceso. A lo lejos, sin verlo, el mar.