(Publicado en Heraldo Escolar el 25 de enero de 2017)
Muere Zygmunt Bauman y el concepto de “modernidad líquida” cubre la conciencia de nuestra sociedad que aún no sabe aceptar que estamos viviendo el fin de la era del compromiso mutuo. Muere Bauman y su pensamiento vive en medio de un entorno donde el espacio público retrocede y se impone un individualismo que lleva a “la corrosión y la lenta desintegración del concepto de ciudadanía”.
Él lo expresó en “Modernidad líquida” (1999) y en su obra descubrimos que la desafección ciudadana hacia instituciones, valores tradicionales, el sistema e incluso hacia los otros es una de las señas de identidad de nuestro tiempo en Occidente. Mientras no hace mucho la comunidad, la religión, la familia, la autoridad, la nación eran columnas sólidas, hoy el ciudadano de la globalización se siente inseguro y amenazado por la precariedad.
Hoy nos preguntarnos cómo considerar el pensamiento de Bauman en relación con la educación y él mismo nos contesta. Nos dice que la educación es víctima de la modernidad líquida, que el pensamiento está siendo influenciado por la tecnología y que esto se ve fácil porque hay una crisis de atención. Cada vez somos menos capaces de concentrarnos. Internet nos ha traído grandes ventajas pues nos facilita el acceso a la información, pero la buscamos a través de atajos y habitualmente manejamos solo fragmentos de información, que es la que tiene más éxito, y cuando tenemos una pregunta nos encontramos con miles de respuestas que deberemos gestionar adecuadamente. Ardua tarea.
Bauman defiende que hoy en día la educación reproduce privilegios en vez de mejorar la sociedad y afirma que en EEUU el 70% de los estudiantes universitarios provienen de las clases más altas. Es “una manera de reafirmar la desigualdad social” (“¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?”). Y es que muchos pensamos como él que la educación está presionada por la política y por los intereses corporativos. Aquello de elegir unos estudios según nos indiquen un camino laboral u otro en lugar de emprender senderos de construcción personal.
Así, nos quedamos para nosotros parte de su legado en forma de mensaje: “Educar es hacer una inversión en los próximos cien años”.