Hablo con mi gente sobre educación y si hay algo en lo que estamos todas y todos de acuerdo es en que hace falta cambiar la educación. O mejor: que hay que cambiar en educación. ¿Cuál es la diferencia? Seguramente algunos matices que no siempre son fáciles de determinar.
Mi gente y yo creemos que es muy importante que haya debate y que en él participen muchos sectores. No solo los docentes. No solo las familias. No solos los sindicatos. No solo el alumnado. No solo los gobiernos. Y que en esa conversación se mantengan alejados actores y actrices que no han cogido una tiza nunca. Y, claro, que ese debate debe tener una vocación de permanencia, que ahora no siempre la tiene.
Si tuviéramos que hacer una lista de cuestiones importantes encontraríamos una gran variedad, pero casi todos coincidiríamos al menos en dos: el fracaso escolar y la desigualdad. Y yo añado una tercera, para mí sustancial: la construcción de equipos humanos sólidos con vocación de comunidad.
Es cierto que el cambio, la evolución en educación es un proceso del día a día. También es cierto que somos un país, España, que cuenta con un colectivo docente muy comprometido y altamente cualificado. En ese aspecto podemos sentirnos muy orgullosos. Porque el profesorado está trabajando mucho y bien en aquellos aspectos sobre los que puede actuar. Sin embargo, hay algunas cuestiones estructurales que conviene considerar si queremos lograr esa transformación tan necesaria. El cambio debe estar promovido por la comunidad educativa, entendida como un proyecto común en el que participan todos los sectores y agentes. Los docentes, uno a uno, una a una, no pueden llevar a cabo las transformaciones necesarias.
Allá donde se entienda que la educación es una empresa colaborativa y que los verdaderos cambios se producen desde abajo hay más posibilidades de que, en efecto, se produzca. Porque no se crece a golpe de ley, ni tampoco a base de heroicos esfuerzos individuales. Esto, que parece obvio, no siempre es asumido por los protagonistas. Por eso, uno de nuestros desafíos más interesantes es comprender y creernos que debemos contar con la colaboración de las familias, con un buen proyecto educativo, con liderazgos de calidad y muy buena relación entre docentes.
Por eso nos gusta hablar no solo de «cambiar la educación», sino de «cambiar en educación».
Cierto, no quedarse en paladines de la educación. Un buen equipo docente, en algunos centros se suman otro personal en pro de un buen proyecto/proouesta educativa, con un buen, riguroso y comprometido lider y teniendo en cuenta a los otros estamentos educativos, mejora el funcionamiento, la dinàmica la concepción de lo qué es una educación, un servicio social para la comunidad y con la comunidad.
Impresionante valoración. Reflexión muy acertada