¿Qué hace que una idea sea considerada retrógrada en un momento dado y progresista veinte años después? Esta pregunta no está hecha al revés, aunque lo parezca y la traigo aquí porque el tema que nos ocupa, hoy bendecido por casi todo el mundo, fue arma arrojadiza hace un tiempo que produjo alguna que otra herida que tardó en cicatrizar.
Escribimos hoy sobre los centros integrados. Es una modalidad organizativa que pretende responder a un objetivo pedagógico, pues permite nuevas estructuras de coordinación pedagógica y de gestión educativa. También responde a criterios funcionales, porque se pueden racionalizar de forma más eficaz los espacios, recursos educativos y la gestión económica y presupuestaria. Incluso ayuda a afrontar problemas como la despoblación en el mundo rural al favorecer la permanencia y la consolidación de proyectos.
Son razones de peso y quienes hemos alentado la creación de comunidades intercentros en el ámbito rural, quienes hemos contribuido a la construcción de ideas comunes nos alegramos porque sabemos que hay más beneficios que perjuicios.
Recuerdo con cariño los encuentros de alumnado, profesorado y familias entre el colegio y el IES para acomodar esa abrupta brecha entre Primaria y Secundaria. Era una forma de amortiguar el tránsito y procurar una continuidad en el talante y la metodología. Si hoy esto se considera necesario y hasta imprescindible, ¿por qué no dar un paso y deshacer el problema transformando la realidad?
Los centros integrados, entonces, pretenden garantizar la continuidad en el método, en el currículo, en el funcionamiento del centro, incluso en los entornos afectivos y sociales. Y estos objetivos son más fácilmente conseguibles si se tienen en cuenta las características cognitivas del alumnado. Si lo hacemos, entonces tiene sentido considerar que con la continuidad, con la integración podemos estar mucho más atentos al progreso individual del alumno gracias a esa mirada global.
¿Y las familias? ¿Servirán los centros integrados para lograr una mayor cercanía de estas? Sería una excelente noticia que así fuera, que se sintieran implicadas hasta que termina la etapa obligatoria con una presencia ligada a la experiencia del alumnado, a su orientación profesional y a su proyecto de futuro vital. Con ello sí podríamos hablar, de verdad, de ejemplo de integración.