Cine: "Full Monty"

  (Y como me apetece una de clásicos, voy a proponerme/proponernos una joyita de esas que por mucho que se haga de noche o salga el sol abrazado a tu piel no pierden ni medio gramo de frescura ni se dejan en el camino ni cuarto y mitad de clase. Hoy, «Full Monty»)

Director: Peter Cattaneo
Intérpretes: Robert Carlyle, Tom Wilkinson, Mark Addy, Pau Barber, Hugo Speer, Emily Woof.
Guión: Simon Beaufoy
Dirección de fotografía: John de Borman
Nacionalidad: Gran Bretaña, 1997
Música: Anne Dudley
Género: Comedia social
Estreno en España: Octubre de 1997

ARGUMENTO:

Un grupo de bailarines llega a la ciudad y se convierten en la inspiración de seis obreros metalúrgicos en paro. ¿Podría ser ésta la solución a sus problemas? ¿Conseguirían el éxito si ofreciesen sus garridos cuerpos a la voracidad de varias decenas de mujeres ávidas de emociones fuertes? Robert Carlyle (Trainspotting) protagoniza este film en el que interpreta a Gaz, un joven de 30 años dispuesto a todo que consigue convencer a su amigo Dave y a Gerald, su antiguo capataz (en paro desde hace tiempo pero que aún no se la dicho a su santa). Los tres emprenderán una aventura en la que captarán a un guarda de seguridad suicida, a un vejete bailón y a un “chapuzas” con buenos argumentos. Donna Summer, Garry Glitter, Sister Sledge y, atención, el gran Tom Jones serán sus soportes musicales.

COSAS.

La pérdida de los puestos de trabajo tradicionales en Gran Bretaña (siderurgia y minería) durante la época Thatcher/Major ha sido un argumento al que han recurrido varios cineastas británicos en los últimos años. Ken Loach, Stephen Frears y, ahora, Peter Cattaneo han realizado el mejor retrato sobre la sociedad british que se haya podido realizar nunca. Películas como Lloviendo piedras, La camioneta, Sammie y Rosie se lo montan o Tocando el viento son las mejores muestras de lo escrito y en todas ellas los personajes son seres de carne y hueso, perfectamente reconocibles y a los que podríamos ponerles nombres y apellidos.

Cuando Gaz, unos de los personajes, intenta hacer ver a sus amigos que el hombre camina hacia su destrucción porque ya no son necesarios para las mujeres, se está poniendo sobre la pantalla algo más que un diálogo ingenioso. Se trata de una reflexión sobre los roles sociales y de ella salen bien parados ellos, seres indefensos ante el desconocimiento que de sí mismos tienen. Para ello, para conseguir este efecto, hubo que recurrir a un cuidado proceso de selección, pues había que lograr el efecto cómico deseado. “Era importante que el tono de la película no fuera el de una farsa”, ha señalado el productor, Pasolini.

Puestos de acuerdo sobre el trasfondo social de la película, es evidente que el centro argumental de la misma es saber qué sentimientos vive un grupo de personas que decide desnudarse en público. No todos tienen cuerpos admirables (tan sólo uno puede tener alguna razón, buena, una, para sentirse satisfecho), y eso les crea una serie de sentimientos contradictorios que tienen que afrontar comiéndose sus complejos y sus vergüenzas. Pero lo importante no es si terminan o no desnudándose. Lo importante es cómo se enfrenta a la situación.

Aquí es donde contamos cómo el departamento de producción buscó a un grupo de cuatrocientas extras, mujeres todas, que debían mostrar su excitación y ese punto gambero necesario para crear un ambiente de auténtico escándalo que ayudase a darle auténtico cuerpo a la película. Tal fue la intensidad que demostraron durante el rodaje de las escenas más comprometidas que los actores vivieron esa experiencia auténticamente aterrados, hasta el punto que hubo que llegar a un curioso acuerdo: sólo se rodaría UNA toma, para que los actores no tuvieran que desnudarse en más de una ocasión delante de las cuatrocientas mujeres.

En fin, toda una odisea la que viven este grupo de aguerridos fracasados. La promesa de desnudarse por completo les posibilita un contrato suculento, para lo cual habrá que empezar a trabajar duro: rebajar barrigas cerveceras, conseguir que sus lugares íntimos sean dignos de aplauso, y no de conmiseración y llegar a obtener un punto digno en los pases de baile. Y a fe que llegan a la meta. Ojalá todos tuviésemos su arrojo y su honestidad.

Juan Aº Pérez Bello
Alcorisa, 15 y 17 de Mayo de 1998

 

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