De nuevo aquí, de nuevo contigo
Hace muy pocos días que se han abierto las puertas de los colegios e institutos y ya nos ha dado tiempo para escribir las primeras letras y soñar algunas respuestas a tantas preguntas. Comienza el curso y en cada esquina de los encuentros que hasta ahora hemos mantenido los maestros se adivina la inquietud que acompaña a los claustros año tras año. Eso me invita a compartir contigo la idea de la calma escolar.
Born to run? (¿Nacidos para correr?)
Es habitual recorrer los pasillos del colegio y encontrarse con caras apresuradas y gestos de incertidumbre. El calendario se convierte en un candado implacable que oculta a cada minuto el sosiego necesario. Sin embargo, creo que la educación debería vivir acomodada en la reflexión, el estudio y el intercambio de saberes, precisamente porque lo habitual es la urgencia, las prisas, los plazos.
No creo que el proceso educativo deba estar al cobijo del vértigo. No creo que la tarea escolar tenga que rendirle cuentas a la premura. No creo que todo tenga que estar para «antes de ayer». No creo que la impaciencia tenga que ser nuestra compañera de viaje. No obstante, todo ello lo es.
Palabras para cada día
Comienza el curso, pues, y aunque las cosas son como son propongo un momento de tranquilidad y pausa. Nos vendría bien hablar mucho entre nosotros y mostrarnos lo que hacemos con detalle, ponerlo a disposición de los demás y descubrir juntos nuevos caminos que nos ayuden a mejorar. Sería interesante, digo, ayudarnos los unos a los otros y, ¿por qué no?, ayudarnos a nosotros mismos revisando nuestra forma de enseñar.
La respuesta a tu pregunta es tan simple como complejo el entramado de decisiones: no es posible. Pero para ningún maestro, pues no me gusta esa diabólica separación que se presenta entre «interinos» y el resto del mundo.