Leo este reportaje de «El País» y compruebo que los docentes, alumnado y familias estamos viviendo en un mundo extraño. A veces también, ajeno, a veces cercano que ya para siempre formará parte de sus vidas.
Confirmo la certeza de una presencia invasora y amiga a la vez de las pantallas.
Constato la fluidez de unas relaciones necesarias a través de redes sociales y aplicaciones audiovisuales.
Contrasto el nivel de las relaciones personales sobre todo de los adolescentes. Ellos, que necesitan ese contacto más, si cabe, que los adultos.
Coincido con las opiniones que defienden una cierta laxitud con los chicos y chicas para que puedan aprovechar lo bueno de la tecnología.
Atiendo las experiencias de docentes y comprendo muy bien sus explicaciones e impresiones cuando comparten la necesidad que manifiesta su alumnado de estar muy pronto juntos de nuevo.
Mañana, ¿aprobar, promocionar?