El horario escolar.

  Ayer, lunes, fue el primer día de horario matinal. Momento difícil para familias y deseado por la inmensa mayoría del profesorado. Difícil porque los tiempos de escuela se acortan y se complica la conciliación. Deseado porque como ciudadanos que somos el horario continuado facilita nuestra conciliación.

   Estamos ante un conflicto de derechos. Dos colectivos hablando de lo mismo pero viendo cómo los deseos de uno chocan con los del otro. Y en medio, los chicos, las chicas. A nadie engañamos si decimos que a los trabajadores nos parece muy bien llegar a casa a una hora que nos permite encontrarnos con nuestras familias y disponer de un horizonte más amable, algo legítimo y razonable. Esta fórmula horaria ya se ha implantado en la inmensa mayoría de las comunidades españolas, así como en otros países del área europea, lo que nos ayuda a pensar que no es algo extraño ni tiene por qué suponer pérdida en la calidad del servicio educativo.

   Pero tampoco es la solución a ningún problema. Es otra forma, otra distribución horaria, que se podrá defender o cuestionar, pero que no aporta argumentos irrefutables en su favor si hablamos de mejora escolar. O sea, que no es que así podamos asegurar que todo, todo va a ir mejor. Y que además requeriría de un período de acomodación social que todos, todos tendríamos que afrontar.

que_es_educar   En cualquier caso, miremos a los chicos, al alumnado. ¿Hay argumentos que apoyen que ellos van a obtener algún beneficio? A nadie se le escapa que hay ,muchos, cada vez más niños que pasasn muchas, demasiadas horas en el centro escolar. Y eso es así independientemente de que el horario sea continuo o de jornada partida. Esa realidad no depende de que los coles terminen sus clases a las 2 o las 4’30 de la tarde. Eso se puede comprobar dándonos una vuelta por los centros y viendo la actividad que en ellos hay a las 8 de la mañana o a las 5 de la tarde. Y ahí tenemos otra pata del banco: los trabajadores de comedor y de actividades extraescolares. Sus derechos, legítimos y defendibles, hay que tenerlos muy en cuenta.

   Es decir, que estamos ante un nudo gordiano que corre el peligro de ser deshecho a golpe de espada, como hiciera Alejandro Magno cuando conquistó Frigia, pero no me parece en este caso la mejor manera, por mucho que Zeus entonces estuviese de acuerdo. Hay mucho que hablar, mucho que pactar y mucho que acordar. Entre otras cosas, yo propongo una idea: «Lleguemos a un acuerdo: ¿qué es educar?». Me parece un interesante camino que aún tenemos que recorrer.


P.S.: Amable lector: si has tenido a bien leer este artículo, me alegrará y si lo consideras interesante y lo compartes con tu entorno, te lo agradeceré.

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