Ya tenemos el documento que pretende contribuir a modelar la profesión docente. Organizado en torno a la formación inicial y permanente, acceso a la profesión, especialidades y desarrollo profesional, trata de responder al desafío histórico de disponer de un estatuto docente. Sin embargo, habrá que afrontar un camino jalonado por innumerables posadas en las que encontrarnos y compartir las aventuras que el viaje nos regalará.
En sus estancias hablaremos de esas pruebas específicas de acceso en las que tan importantes serán la competencia comunicativa y el razonamiento lógico-matemático. Consideraremos la razón de las actitudes y competencias y nos encontraremos con más asignaturas sobre didática. Nos hablarán de un sistema dual de formación y nos invitarán a abordar las dimensiones docentes en un entorno de formación permanente.
No faltará la referencia a la competencia digital del profesorado y se retomará la implantación de un Proceso de Iniciación a la Docencia, espejo del MIR. Así, cobra fuerza la idea de períodos prácticos tutorizados y se recuerda que los temarios están obsoletos y es preciso crear filtros entre cuerpos profesionales.
Actualizar las especialidades e incluir fórmulas de evaluación del desempeño de la función docente son otros dos asuntos sustanciosos que prometen debates de altura.
Leo entre líneas y creo que se habla de encontrarle sentido a nuestra labor a través de la voz del alumnado. Porque necesitamos una escuela manchada de sociedad, que las criaturas se sientan cómodas en nuestras calles y aulas. Que los mayores deseen venir a nuestra casa a compartir sus sueños.
El profesorado explicamos nuestra vida a través del amor a lo que hacemos junto a nuestros iguales, nuestro alumnado, nuestras familias, pues lo único que podemos mostrar al mundo es la certeza de no tener certezas. Y sentir que nuestra vida solo tiene significado si la vivimos en comunidad. Así entiendo esto de ser docente.