Exclusión educativa (Heraldo Escolar)

 

(Publicado en Heraldo Escolar el 28 de febrero de 2018)

Los países desarrollados vivieron durante la segunda mitad del siglo XX la incorporación de todos los niños y niñas a la educación. Así, la inmensa mayoría de ellos completan hoy el ciclo obligatorio. Sin embargo, la escuela sigue siendo territorio hostil para un porcentaje importante de alumnado. El 100% de la población accede a ella pero el 19% (en España) no obtiene el beneficio que supone la gran oportunidad que debería ser.

Se habla de abandono escolar, pero sería más justo decir que es la escuela la que rechaza a los alumnos, la que los echa de sus aulas. Porque esta escuela no funciona si no puede completar los vacíos de ese alumnado que no viene de casa educado y cuyo futuro señala a empleos en trabajos pobres y sin cualificar. Al cabo del tiempo estos chicos que pertenecen a familias desfavorecidas, sin inquietudes, incultas y en riesgo de exclusión interrumpen sus estudios porque no siguen losplanes ni tampoco cuentan con apoyo familiar. Y ahí se incorporan al mercado (precario) de trabajo o entran en la marginación.

Juan M. Escudero (2005), introdujo en España el concepto de exclusión educativa y lo definió como “un proceso acumulativo que lleva a un acceso desigual a ciertos contenidos, experiencias y aprendizajes escolares (esenciales)”. En 2011, amplió esta definición y lo expresó como “una privación de un derecho clave para garantizar el pleno desarrollo de la infancia y de la sociedad en su conjunto”.

Ante este paisaje, hablar de escuela inclusiva es un desiderátum, pues si la escuela ha de responder a las exigencias de nuestra sociedad, la institución tendrá que cambiar para convertirse en un momento y un espacio de aprendizaje para todos. Aquí, me dejo guiar
por Tonucci, quien nos habla de una escuela que es, a la vez, muchas.

Una escuela bella, rica de estímulos. Una escuela para escuchar y abierta al mundo.

Una escuela de muchos lenguajes y de las excelencias. Un escuela de la diversidad y de la creatividad. Una escuela, en fin, del pensamiento y de la investigación científica. Si sumamos estas hermosas ideas seguro que nos acercaremos a la escuela inclusiva que soñamos y necesitamos.

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