Hablemos del implacable horario escolar (Heraldo Escolar)

   (Este artículo lo publiqué el miércoles, 26 de octubre de 2016 en Heraldo Escolar. Dedicado a Vanesa y a todos los compañeros que gestionan y organizan un centro educativo)                                                                                   El horario escolar     El horario escolar es ese Gran Hermano que controla nuestras vidas bajo la atenta mirada del GIR, el supuesto amigo que no siempre nos comprende. En estas pocas palabras está contenida una certeza que impregna nuestra realidad. La administración se preocupa de que los centros presenten una organización horaria ajustada al minuto aunque en ocasiones contradiga algunos presupuestos metodológicos.

   Hace unos años planteamos en mi colegio la posibilidad de organizar el alumnado de tal manera que dos grupos compartieran un mismo espacio coordinados por tres adultos. Lo argumentamos, lo justificamos  y lo defendimos. Técnicamente no era posible: “no se ajusta a la normativa”. A pesar de todo decidimos llevarlo a cabo y desarrollar nuestra idea. Lo hicimos enmascarando en cierto modo el proceso y  lo que ocurrió fue que el producto final mereció el reconocimiento oficial de esa misma administración.

   Fue una decisión que obedecía a que teníamos un sueño.  Un sueño en el que caben iniciativas que ilusionan al profesorado cuando se les ofrecen alternativas, como la que este fin de semana se ha celebrado en Zaragoza en torno al ABP o cualquier otro encuentro formativo de interés. Un sueño en el que caben las aulas abiertas con varios grupos de chicos y chicas aprendiendo libres de límites horarios. Y como tal sueño lo vivimos, por lo que con los pies en el suelo decimos que en nuestra escuela sí caben propuestas que engañen a los horarios.

   Caben cuando se forman microequipos de docentes que juntos planean, a veces casi conspiran, para plasmar juntos un proyecto en el que el tiempo es el aliado. Casi todas las acciones innovadoras que se llevan a cabo obvian la organización horaria al uso. No es posible buscar otros caminos con sesiones de 30 o 45 minutos, que existen. No es justo incentivar con una mano modelos educativos que buscan pasar de la escuela de las aulas a la escuela de los talleres y al mismo tiempo exigir el cumplimiento estricto de las cápsulas horarias.

   Hoy este artículo es un lienzo fresco en el que se acuestan las pinceladas sueltas de un maestro que vive esclavo del tiempo al que, sin embargo, quiere convertir en su aliado.

Twitter: @japbello

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