(Publicado en Heraldo Escolar el 20 de diciembre de 2017)
¿Es posible innovar con libros de texto?
Estos días se cumplen 30 años de muchas cosas. También de aquella mañana que llegamos a la Escuela de Magisterio para asistir a las clases del Curso de Especialización de Lengua Inglesa. Nuestra profe de Manchester, la que nos animaba diariamente a mantener conversaciones en inglés sobre temas de actualidad, nos recibió con un Today there is no doubt about the topic”. Era la mañana del 11 de diciembre de 1987 y ETA había cometido un sangriento atentado en la Casa Cuartel de Zaragoza.
Hace ahora 30 años
En aquel curso treinta docentes con distintos pasados y diferentes futuros coincidimos con un grupo de extraordinarios profesionales que nos enseñaron que había otras formas de diseñar nuestras sesiones. Con Miguel, con Ana, con Celia empezamos por la organización del currículo en torno a “topics”, algo absolutamente novedoso; continuamos con la elaboración de materiales propios, también muy innovador; y acabamos entendiendo que a hablar se aprende hablando y que también de las formas de agrupar a nuestro alumnado podía depender su aprendizaje. ¡Ah! Y el libro de texto. Esa especie de demonio ante el que blandimos cruces innovadoras tratando de alejarlo de nuestra biempensante conciencia. Ya entonces se planteó la pregunta de si era posible la renovación pedagógica de la mano de textos más o menos interesantes o había que abandonarlos en la cuneta del inmovilismo. ¿Y sabes qué, estimado lector? Ya entonces pensábamos que a los recursos los hacemos buenos o malos los docentes. Del mismo modo que una práctica metodológica mal interpretada puede ser un obstáculo para el crecimiento.
Visitamos la Escola dels Encants
Este sábado he podido conocer un centro (Escola dels Encants) que encuentra en los espacios o ambientes su razón de ser. Diríase que cada centímetro cuadrado y/o cúbico del edificio aporta a su proyecto educativo argumentos para desarrollar su proyecto educativo. También comprobamos que aunque en él no caben los libros de texto sí viven los libros, así, sin apellidos. Eso nos complació, porque nos parece que en las páginas de un libro podemos descubrir “preguntas a tanta respuesta” y siendo así estuvimos de acuerdo que el debate es perverso si nos quedamos simplemente en estar a favor o en contra.
Hace falta una reflexión más profunda y serena de la comunidad educativa y
abandonar las ideas que recorren a la velocidad del correcaminos las autopistas
pedagógicas de los 280 caracteres.