La escuela vive sus «Tiempos Modernos»

El proceso de confinamiento que estamos viviendo ha afectado a todos los ámbitos de nuestra vida. También al educativo. El cese de la actividad escolar tal y como la entendemos nos ha llevado a una situación inédita que nadie habíamos vivido con anterioridad. Además, se ha producido de una forma súbita, sin tiempo para reflexionar en un primer momento.

Hemos tenido que tomar decisiones con muy poco margen de actuación y en algunos casos hemos visto la necesidad de rectificar el rumbo y el sentido de las mismas. Todo ello se ha producido como si tuviésemos que mantener el pulso educativo como si nada, o casi nada, hubiese ocurrido. Pero eso no es así. Algo de gran trascendencia está sucediendo

   En primer lugar, es cierto que el proceso educativo exige que haya interacción con el alumnado. También es preciso hacer un seguimiento individualizado del aprendizaje de aspectos que no se aprenden ni se evalúan si no hay presencia física. Por demás, todo se complica con los niños y niñas que necesitan una metodología inclusiva con especialistas, materiales y espacios y tiempos adaptados.

En segundo lugar, de un día para otro les pedimos a las familias que asumieran el papel de docentes. En seguida descubrimos las enormes dificultades que tenían que afrontar las familias: teletrabajo, sobrecarga de responsabilidaes, dificultades económicas, incapacidad para atender situaciones de aprendizaje, etc. Y algunos datos: el 18% de la infancia vive en un hogar con problemas de humedad o aislamiento, el 13% no tiene ordenador en casa, el 11% pasa frío en invierno de forma cotidiana, el 10% no dispone de Internet, el mismo porcentaje no cuenta con el espacio necesario y el 5% carece de luz suficiente. Para tener en cuenta.

Por último, se ha hecho evidente el sistema educativo en su conjunto no puede afrontar un cambio tan profundo y de forma tan rápida. Faltan metodologías y contenidos adaptados de forma global a una enseñanza online de calidad y una parte de los docentes carece de las competencias requeridas. quizás por eso en algunos casos se ha tirado por la calle de en medio y lo que se ha hecho ha sido organizar clases ordinarias “a distancia”.

Teniendo en cuenta todo esto , quizás lo deseable sería ofrecer recomendaciones adaptadas a familias, consolidar lo aprendido y moderar la impartición de nuevos contenidos. Los docentes podrían contactar con todas las familias, en la medida de lo posible, y asegurarse la comunicación y la relación con el alumnado aunque evitando una presión innecesaria. Todo ello sabiendo que siempre habrá un cierto número de familias con las que no se puede contactar.

De esto se desprender que tenemos que aceptar que el curso 2019-2020 en cierto modo no termina en junio. No al menos de un modo convencional. Por eso, habrá que pensar que tiene su continuación (en todos los niveles excepto en 4º de ESO, 2º de Bachillerato y últimos cursos de Grado Medio y Grado Superior de FP) en septiembre y que los tiempos se adecúan a una nueva organización. Esto se logra reforzando los recursos y apoyar personalizadamente al alumnado. Porque estamos viviendo una crisis educativa nunca vista hasta la fecha para la que habrá que pensar en adaptar recursos, metodologías, tiempos y espacios escolares. No habrá vuelta al 13 de marzo. No con aquellas herramientas. Sí con estos corazones.

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