La verdadera innovación en la escuela es el amor.

   Hemos vivido unas navidades sacudidos por el bendito tsunami «César Bona». No ha habido medio de comunicación que no se haya hecho eco de la magnífica labor de nuestro compañero. Cientos de miles de ciudadanos, muchos de ellos trabajadores de la enseñanza, hemos podido conocer las líneas (maestras, por supuesto) de su propuesta y como si un clic hubiese enchufado el universo de repente la sociedad española ha elevado sus cejas y ha mostrado su asombro al saber que la escuela pública española, la maltratada y siempre sospechosa escuela pública, es capaz de acoger a los mejores. Al mejor.

   La vuelta a las aulas ha supuesto un moderado retorno a la rutina. Rectifico: un amable regreso a la vida. A la que nos regalan cada día los ojos llenitos de futuro de nuestros escolares. No hay mejor argumento para encontrarle sentido a nuestra tarea que escuchar su voz. Y ahí empieza y termina el misterio. Porque en realidad no lo hay.

   Al calor de los vaivenes legislativos que nos perturban y confunden se hace cada vez más necesario ser un poco incorrecto y compartir algunas ideas en las que uno, personalmente, cree y que son la raíz de una forma de acompañar a los amigos caminantes. Y para iniciar el viaje elegimos la que mejor expresa lo que para mí significa ser maestro: la verdadera innovación en la escuela es el amor.

   Soy capaz de escribirlo y procuro hacerlo con la sencillez que a veces me falta o nos falta y que nos vendría muy bien para explicar muchas de las cosas que nos suceden. Amar lo que uno hace y amarlo con tranquilidad y con el deseo de crecer junto a tus compañeros y tus alumnos y tus familias. Amar cada día que cruzamos el umbral de nuestras escuelas y ser capaces de entender que aunque aún queda en mí algo de aquel joven que empezó su carrera en Calahorra lo único que hoy puedo mostrar al mundo es la certeza de no tener ninguna certeza.

   Primera idea, pues, que hoy traigo a este blog que no sé muy bien quién lee ni siquiera si alguien lee. Primera idea y casi última. Todo lo que llevo escrito, todo lo que me queda por escribir no ha tenido ni tendrá otro sentido que acomodar cada acto de mis días a las palabras de mis trabajos. Amar y sentir que cada gesto común es un homenaje a la vida que hemos construido juntos. Así entiendo la escuela. Es mi aportación a la innovación.

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 Próximo artículo: lunes, 12 de enero

2 comentarios en «La verdadera innovación en la escuela es el amor.»

  1. Hola Juan, como ha comentado mi marido, sí, que hay alguien que te lee, que sabemos y conocemos tu forma de trabajar como docente a traves de nuestra hija mayor. Y, de lo que estamos de acuerdo y nos sentimos afortunados.
    Un cordial saludo

  2. Buenas tardes, Juan. Alguien lee tu blog, tus reflexiones. Por supuesto. Soy David Gómez. Maravilloso leerte, bonitas palabras, preciosos sentimientos. Mejor todavía disfrutarte en persona y de la mejor manera posible, a través de nuestra hija mayor. Un lujo que unos poquitos privilegiados tenemos el placer de disfrutar, compartir a diario y que nos sirve de manantial del que beber. Disfruta del fin de semana.

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