Los CRIE, centros maestros (Heraldo Escolar) Foto: Jaime Perpinyà

Imaginemos que el camino ha sido largo pero aún nos queda todo por andar. Y recordemos aquel otoño transformado en primavera extendida de 1983, cuando nacieron los CRIEs. España era un país urbano con fuertes raíces rurales en el que cabían dos revoluciones: la defensa de un canto a la sintonía entre personas y entornos y la expresión de un centro con maestras y maestros que en realidad era un “centro maestro”. 

Que sepa el mundo que un CRIE es espacio y momento para el aprendizaje, pero también universo en el que se conforman redes y se genera un profundo sentimiento de pertenencia a nuestra localidad y a un territorio. ¿Cabe mejor ejemplo de espíritu de comunidad?

Hablamos de un CRIE como agente de formación, pero también es justo reconocer su compromiso con la innovación que hace que cada día sea un destello que se hace mensaje, como viento a favor del futuro, llanura de encuentro, cosmos de iniciación. Es escuela de convivencia que deviene en comunidad. 

En él entendemos que aprender es más que un verbo. Es un gesto de complicidad con el universo que nos ama y al que amamos: nuestros pueblos. Se escribirán muchos textos, pero el verdadero libro es el propio CRIE, escrito con tinta de oportunidades. Es la esencia de la escuela rural que propicia a nuestro alumnado las mismas opciones de crecimiento por ser fieles a nuestro origen. Porque como podremos comprobar, la vida puede ser un verso inverso: quien aparentemente menos tiene, en realidad más posee.

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