Maruja, verso sol, verso amor

   Me ha llamado el mar, María, madre, yaya. Me dice que las olas hoy brillan más, que el horizonte se ha ensanchado y que cada caricia de arena nos invita a escuchar la paz que le has regalado con tu llegada. Me ha llamado el mar y me propone acoger la melodía de tu voz cuando se asombra por disfrutar de la fortuna de tu presencia.

   Se veía lejos este viaje y no llegamos a imaginar el minuto después de tu marcha. Ahora que todo es cierto nos disponemos a aprender de la vida todo lo que nos enseñaste. Con tu ser, con tu amor, con tu palabra, con tu mirada limpia sin final. Contigo siempre, cada vez que miramos a los ojos del sol sentimos tu calor. A su amparo hemos crecido y cada rayo ha sido un abrazo tuyo de madre que sabe ser madre.

   Volveremos a ti y en tu sonrisa clara nos quedaremos a soñar. Sabremos interpretar cada presencia y el rumor de tu voz color pólvora nos sirve para prender la llama del mañana. Sabes que cada día estarás en nosotros. Ya lo estás. Cada día, cada noche, cuando llegue el momento de decidir no verte porque ahora navegas sobre cielos callados.

   Hoy te decimos, madre amor, que te sabemos nuestra y por eso cada día será más luminoso que el anterior. Sabe el viento de sal que respiraste de niña que en sus alas navegaremos por siempre y en tu Valencia amada recogeremos nuestros sueños, reunidos alrededor de la melodía de tu voz. Porque  en la risa cristal con sabor a romero encontraremos la calma de las calles de tu Portal de Valldigna. Lo harán tus hijas, a quienes envolviste con tu entrega ensanchada por el día a día infinito. Lo hará tu Jaime, horizonte cercano de tu devoción y que ahora captura con las lentes del futuro la luz de Levante y siempre será tu chico. Y lo hará el mañana que no se acaba. En él te esperamos. Hacia él caminamos, seducidos por tu mirada inolvidable.

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