(Publicado en Heraldo escolar el 16 de octubre de 2019)
Hay iniciativas educativas que llevan cosido en el alma el pronombre “nosotros”. Este tipo de proyectos nos invitan a buscar respuestas a las preguntas que nos salen al paso, como las que hoy nos encontramos, referidas al papel que juegan las ciudades, los pueblos o los paisajes en el hecho educativo.
De todas ellas, comparto tres que considero, “en el buen sentido de la palabra”, estimulantes. Una: ¿por qué no imaginar cómo un grupo de alumnos, alumnas y docentes navegan la ciudad mientras leen con sus miradas propias cada calle, cada paseo, cada plaza? Dos: ¿por qué no creer que la escuela es como un gran centro coordinador de proyectos de investigación del entorno al que pertenecen? En definitiva: ¿por qué no pensar, como dijo Edgar Morin, que no podemos separar la ciencia de la conciencia, que ya no hay naturaleza pura y nunca hubo cultura pura?
Quienes creemos que no hay conocimiento significativo sin experiencia ni experiencia sin conocimiento significativo pensamos que ambientalizar la cultura es una exigencia si queremos crecer al lado de la tierra y no contra la tierra.
Estamos convencidos de que la escuela debe realizar una nueva lectura de la ciudad. Acaso porque nos gustaría convertir a la ciudad en currículo, en producto de nuestro aprendizaje, pero también en proceso del mismo: en experiencia, en construcción.
Y no hablamos de asignaturas, ni de áreas, sino de evitar que los tiempos y los espacios escolares queden reducidos a solo un edificio. De la ilusión de abrir la aventura del saber al encuentro con la ciudad.
Jaume M. Bonafé afirma que “la escuela no ha querido todavía leer la calle” y Marco G. Londoño defiende que “habría que pensar en callejear la educación”. Ambos me inspiran y David Harvey, en su “Ciudades rebeldes” me cobija con sus textos para proponer un nuevo foco sobre el que reflexionar.
Por todo ello y porque necesitamos acercarnos a todos los saberes que produce la ciudad, celebramos la invitación a considerar nuestro planeta como el mejor y más completo libro de texto que hayamos imaginado nunca. Porque nosotras, nosotros seguimos pidiendo que el camino sea largo, lleno de aventuras y de experiencias.