

Trabajo en equipo, comunicación, llegar a acuerdos, buscar y encontrar. Cualquier ser humano precisa de sus iguales para completar senderos y la tarea educativa está muy necesitada del esfuerzo común.
¿Significa eso que los actores y actrices deben tener el mismo diálogo en esta obra? A veces la literatura pedagógica nos hace prisioneros de una idéntica dirección, pero sentir en la misma piel voluntades similares no implica una única respuesta. Trabajar en común es vivir al lado de los demás. Es procurar que la búsqueda personal encuentre en el compañero una mirada cómplice. Y para eso hace falta algo más que leyes.
Ahora más que nunca es necesario vivir hacia afuera. Ahora es el tiempo de hablarnos, no solo reunirnos. Ahora es el tiempo de escucharnos, no solo hacernos oír. Ponernos en manos de las compañeras y empeñarnos en generar tendencias para hacer nuestros los tiempos y los espacios en calma.
Los equipos se ven desbordados por maremotos de propuestas mágicas que nos arrastran a la superficie y nos impiden profundizar, por lo que merece la pena leer a Xavier López, de la Escuela Octavio Paz, de Barcelona cuando propone “saber dónde queremos ir, compartirlo y procurar que las iniciativas salgan del interior de la comunidad”. Y para evitar el individualismo y el aislamiento, recordar Westheimer defendió el “aprendizaje entre colegas y la configuración de la escuela como una comunidad”. Todavía demasiada soledad en el ecosistema Educación.