Sociedad educadora (Heraldo Escolar)

Winnicot afirma: “La vida es un camino de la dependencia total a la independencia total”. Esta frase me lleva a escribir hoy sobre la sociedad educadora, porque aún creo, como Fromm, que amar es un arte. Y si educar es amar, educar nos convierte en actores de una obra que necesita el dominio de la teoría y de la práctica.

   La sociedad educa y en ese proceso propongo considerar que para que se dé un entorno educativo fértil son necesarios el cuidado, la responsabilidad, el respeto y el conocimiento. El cuidado entendido como atención a las necesidades básicas y respuesta a sus inquietudes. La responsabilidad asumida como construcción de modelos positivos. El respeto vivido como eje de las relaciones personales y el conocimiento desarrollado como herramienta que hace posible entendernos en el otro.

   La familia es comunidad; la escuela es comunidad; el pueblo, el barrio son comunidad. La sociedad, en fin. Se habla de un pacto por la educación. Yo prefiero afirmar que es preciso acordar lo que entendemos por educar.

   Hablo de valores naturales que debemos transmitir en la escuela y en las familias. Hablo de seguir las reflexiones del documento “Reimaginar juntos nuestros futuros. Un nuevo contrato social para le educación”, redactado por una comisión de la Unesco. En él se nos invita a trabajar por la garantía del derecho a una educación de calidad a lo largo de toda la vida y reforzar la educación como proyecto público y bien común. Ese es el verdadero desafío.

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