“¿Por qué las fake news nos joden la vida?” No es una pregunta ociosa: es un libro escrito por Marc Amorós que afronta un fenómeno muy peligroso, abrumados por miles de informaciones que no son neutras y que impactan con gran intensidad en la vida de las personas.
Las nuevas generaciones viven en un entorno de consumo de la información en el que hay que pensar muy rápido y en el que la racionalidad y la capacidad de ver diferentes puntos de vista desaparece. Amorós defiende que «nos definimos ante los demás en función de lo que compartimos y difundimos en redes sociales», así como que «la educación puede contribuir a recuperar una cierta pausa para intentar informarse mejor».
Actuamos más movidos por las emociones que por las ideas, dedicamos no más de diez segundos a decidir si una información es falsa o no y premiamos las informaciones que polarizan y que generan enfrentamiento. Por eso, si no atendemos la cuestión, “estaremos educando y formando a generaciones que en lugar de confrontar ideas confrontarán posturas».
¿Qué hacer? Atender la adquisición de herramientas personales útiles para identificar las fake news y defenderse de ellas. Autores como Jacqueline Sánchez o Enrique Martínez nos ofrecen sus obras e iniciativas como “Eraser”, de FAD, contribuyen a la alfabetización mediática e informacional. En esta participan centros como los IES “J. M. Blecua”, “Andalán” y “Lucas Mallada” y todos confirman su validez para ayudar al alumnado a manejar información a través del raciocinio.
De eso ya supimos a través de Michael Rossi, el protagonista de “Vidas borrascosas” cuando al llegar a Peyton Place expresó: “Tengo dos normas. Primera, enseñar la verdad hasta el límite (…) Y norma segunda: enseñar un mínimo de hechos y un máximo de ideas”. Para sentenciar: “La escuela puede suplir a un padre y casi siempre con ventaja”. Sobre todo si la clave es el pensamiento crítico, verdadero muro contra este caldo de cultivo pernicioso generado por las redes sociales.