Aquella primavera de 2006 el viento había decidido calmar el mar de tus ojos. Cada niño, cada niña que aquel curso abandonaría el colegio de primaria era para mí especial. Seguramente por haber sido los compañeros de mi hijo desde la escuela infantil, la guardería en fin, que así es como se llamaba entonces en Alcorisa aquel espacio insuficiente y precario que el Ayuntamiento había habilitado como tal (luego vendría “El Redondo”, pero de él hablaremosen otra ocasión). Seguramente porque todos ellos formaban parte de la infancia que yo mismo había vuelto a vivir a través de cada paso que habían dado en mi colegio. Seguramente porque de cada uno de ellos me sabía hasta el color de las lágrimas, el aroma de sus voces, la melodía de sus pasos.
Era un momento diferente, un final de Primaria que quería atrapar en mi memoria, pero no sólo con la fuerza del recuerdo. Le di mil vueltas a la manera, busqué la forma de coser a la pequeña gran historia de la escuela esas últimas semanas de escolaridad de aquellos muchachos que había visto crecer día a día. Y surgió. La música me prestó la idea. Supe que Coti, ese enjuto juglar que ha escrito algunos de los temas más popuares del pop hispano, le había prestado una melodiosa canción a Diego Torres en la que hablaba de futuro, de voluntad, de mañana, de querer querer. Y de esperanza. Esa era la palabra. Esa era la canción: “Color esperanza”. Aquella fue la razón de elaborar un videoclip en cuya realización participasen todos los escolares de 6º de Ed. Primaria.
Las imágenes tendrían que darle la mano a cada palabra, a cada verso de aquel poemita que hablaba de miradas que hablan y a ello nos dedicamos durante dos semanas. Conchita fue mi cómplice, la otra cara del folio cada tarde, cuando al acabar las clases citábamos a los chicos y las chicas por grupitos para grabar los planos que habíamos soñado o los que ellos mismos nos sugerían, como fue el caso de varios momentos divertidos que nacieron a pie de cámara.
Poco a poco fuimos completando la narración, aquella sinfonía de imágenes, versos y melodías que con paciencia construíamos hasta que logramos dibujar un hermoso mosaico que quedará como una herencia que el mañana recordará.
La idea era estrenarlo en un momento especial: elegimos el festival de fin de Primaria que, comos todas las primaveras, desde hacía veinte años, se celebraría en la Discoteca Alcor 65. En ella, los escolares de 6º nos alegrarían la noche con diversas coreografías de canciones de moda y los muchachos de 2º de ESO del Instituto nos ofrecerían un pase de modelos al ritmo de música dinámicas y en ambos casos con la sana intención de recaudar dinero para sus respectivos viajes de estudios.
Y así ocurrió. La escenografía corrió a cargo, como era costumbre, de Benito, nuestro Jefe de Estudios y maestro de música, y de Magdalena, la profesora de Lenguaje del Instituto, almas mater de esa fiesta para cuya celebración contamos, además, con la colaboración de un buen puñado de voluntarios, mestros y padres, a los que nunca agradaceremos lo suficiente su apoyo. Con todo ello, llegó el momento en que estrenamos el videoclip, que fue toda una sorpresa y una razón para la emoción y el sentimiento a flor de piel. Fue esperanza el color de la noche. Nació de noche la esperanza del color. Hubo color en la noche de la esperanza.