Ayer murió Gabriel García Marquez. El cielo llora y la literatura recoge las lágrimas de la tierra. No soy nadie para hablar o escribir sobre su figura y mucho menos sobre su persona. Toda la prensa mundial dedica hoy a centenares y centenares de páginas a ello así que lo mejor será que cada uno lea lo que considere. Yo me quedo con una frase de Gervasio Sánchez: «La muerte del gran escritor debería servir para que los medios reflexionasen sobre la mediocre calidad del periodismo actual». Lo dice un periodista. Un gran periodista.
Ayer fue día de descanso y plácidos paseos y aun así tuve tiempo para encontrar en el sitio YoProfesor un interesante enlace que nos permite descargarnos tres de las obras más famosas del escritor universal: «Cien años de soledad», «El amor en tiempos del cólera» y «Crónica de una muerte anunciada».
El primero de ellos («Cien años de soledad«) lo leí cuando estudiante y confieso que me absorbió de tal manera que buscaba momentos para seguir los caminos que el escritor me proponía. Era verano y recuerdo aquellos instantes de lectura y tabaco como un hueco en medio de tanta movida, en el sentido literal de la palabra. El último («Crónica de una muerte anunciada«) lo leí en 1983, cuando un muchacho que estudiaba Filosofía y aspiraba a ser payaso me lo regaló con una bonita dedicatoria que hablaba de amistad y futuro. Hoy yo soy maestro de escuela y él se ha convertido en un gran actor, magnífico poeta y sigue siendo aquella gran persona que yo conocí entre fusiles y amaneceres en la sierra de Madrid.
¿Puedo, pues, decir que García Marquez es un trocito de mi memoria?. Sí. Además de un escritor excepcional. Y lo que son las cosas, la muerte de Gabo no me empuja a leer su obra; me anima a leer un librito que lleva por título «Bestiario del Circo» y que escribió mi estimado y generoso amigo.