
Pues sí, llegó el día de las familias. O Día de las Familias. Así, con mayúsculas. Se trata de una jornada, una tarde, en realidad, en que el colegio se abre de para en para para que cada niño, cada niña pueda compartir con su familia los espacios en los que día a día ve la vida crecer a su lado. Es una tarde frenética, vigorosa, en la que los minutos vuelan y las aulas notan la curiosa mirada de esos adultos que, seguro, reviven su infancia a traves de sus hijos, sus nietos, sus sobrinos.
En nuestro caso preparamos más de una docena de talleres en los que invitamos a nuestros visitantes a disfrutar de maquillajes, danzas, juegos y hasta un photocall en el que poder fotografiarse e, incluso, grabarse en vídeo. En este punto me ubiqué junto a mi compañero Rubén para recibir a decenas de grupos que querían recibir el «clic» de la cámara fotográfica y el «pip» de la cámara de vídeo. Y lo hicimos con todo el cariño del mundo. El resultado lo elaboraré en próximas semanas para presentar un producto que, con el tiempo, formará parte de la memoria del cole.
Día de las Familias, pues. Día para recordar y día para plantear nuevas acciones que nos ayuden a estar mucho más cerca a unos de los otros. ¿Día necesario? Sí. Lo que es preciso es que todos los días sean «el día», porque nos necesitamos mucho, nos hacemos mucha falta. Y sobre todo, tenemos que procurar estar siempre del mismo lado. Que buena falta nos hace.