
Dos relámpagos. Eso fue lo que vimos anoche. Dos fogonazos que iluminaron las tinieblas que cubrían el mortecino universo zaragocista y que aliviaron los temores con que llegó el equipo de Carcedo a Tenerife. Si el final del partido fue un vendaval de suspiros de alivio, el comienzo nos mostró que el equipo no estaba por la labor de regalarnos Leer más…