Javier Lafuente, periodista, escritor y editor, publicó hace un año un magnífico libro por título “Educar de cine”. Se trata de un esplendoroso viaje que nos acerca a la figura del docente a través del séptimo arte. El autor hace uso de una ágil y nutritiva escritura que nos descubre la esencia de los seres humanos. De los que un día decidieron dedicarse a la enseñanza.
Su lectura me llevó a redescubrir todos y cada uno de los perfiles que conforman nuestra forma de estar en el mundo como enseñantes. Desde la figura del profesor “imprescindible”, ese que nos marca para siempre cuando somos alumnos, hasta el maestro prescindible por su mediocridad o su incapacidad. Desde las películas que describen entornos conflictivos e incluso violentos hasta las que describen dramas o tragedias personales, pasando por filmes que nos presentan “la risa como asignatura”.
Traigo este asunto a mi columna porque defiendo la idea del docente como un ser que tiene la obligación ética de mejorar y preferiblemente hacerlo en comunidad. Porque estoy seguro de que un solo docente puede comenzar a cambiar en su aula. Así mismo, también creo que es necesario tomar ejemplo de colectivos docentes como el japonés, distintos a nosotros porque pasan menos horas en el aula y más horas trabajando con otros colegas. Es decir: lo que aquí se ha llegado a pensar que es una pérdida de tiempo, en otras culturas se tiene como un valor sustancial.
Considero así que el profesorado hoy, y mucho más mañana según corren los tiempos, necesita formación pero también y sobre todo precisa de un conocimiento profundo de otras realidades sociales, culturales, económicas. Reflexionar sobre la existencia de distintas formas de estar en el mundo educativo. Saber del otro, descubrir sus propuestas, contrastar la diferencia. Y explorar territorios ajenos a nuestro día a día, porque como dijo Glaeser: “Las ciudades han sido, desde su origen el principal motor de la innovación humana”. Por ejemplo.
P.S.: «Hoy empieza todo» es una película dirigida por Bertrand Tavernier en 1999.