
En España más del 64% de la población mayor de 25 años tiene un nivel formativo igual o superior a la ESO. Eso es 10 puntos mejor que en 2014, pero más del 35 % de la población no lo ha superado, un 15% más que la media de la OCDE.
El alumnado con más dificultades es objeto de debate en salas de profesorado y juntas de evaluación, como ya sucedía cuando empecé mi carrera profesional en 1985.
Nuestro sistema educativo ofrece la misma respuesta desde la Ley General de Educación (1970) y la ha mantenido en el tiempo: repetir curso. Sin embargo, su eficacia no se ha visto refrendada por los resultados. Cynthia M. Garrido constata que el alumnado repetidor “ni mejora rendimiento, ni su satisfacción con la escuela, ni las relaciones personales, ni su autoconcepto académico y (…) empeora su autoestima”.
Por otra parte, en el alumnado repetidor de secundaria “empeora la actitud hacia la escuela y se aumenta la probabilidad de que se abandone el sistema educativo antes de finalizar la ESO”.
En esto somos líderes: repite un 0,7 % más de estudiantes que la media de la OCDE en primaria y un 5,6 % más en secundaria. Quizás es el momento de contemplar otras opciones, como eliminar la posibilidad de repetir (Japón o Noruega) y aplicar vías alternativas como medidas de integración social y profesional (Finlandia). Quizás, en fin, es el momento de apostar por una escuela que contribuya al máximo desarrollo de cada cual y que huya de los estándares y la uniformidad. No me cansaré de repetirlo.