(Publicado en Heraldo Escolar el 27 de enero de 2016)
La idea de acercar el uso de entornos y herramientas digitales a la práctica educativa ha sido y es objetivo de las diferentes administraciones y lograr que las TIC impregnen nuestro día a día es un reto que la escuela ha afrontado con desigual fortuna.
Hace ya tiempo que se ha incorporado a este universo el concepto TAC, lo que determinamos como tecnologías del aprendizaje y del conocimiento. Con él nos referimos a la adecuada aplicación de las TICs en el ámbito escolar, lo que va más allá de su simple uso y pone el acento en un empleo adecuado que potencie los procesos.
Las tendencias nos hablan del desarrollo de la realidad virtual, de metodologías como flipped clasrooms, blended learning o aprendizaje basado en proyectos, la entrada de dispositivos móviles en el aula, la presencia de las redes sociales en nuestras vidas, la construcción de una ciudadanía altamente digitalizada o la iniciación a la programación en edades tempranas. Un escenario, en fin, en el que la escuela representa un papel secundario. En esta obra hay mucho que hablar y todo que pactar. Claustros, familias, equipos directivos y administración deberemos encontrar puntos de sintonía para llegar a un acuerdo al que podríamos llamar “Las tres C”.
La “C” de Creer. Creer que son necesarios unos planteamientos metodológicos en los que las TIC tienen un rol principal y que sintonicen con una sociedad que ya nos está demandando otras formas de educar, de enseñar, de vivir. Creer, pues, que el cambio es posible.
La “C” de compromiso. Personal y profesional, para desarrollar un modelo pedagógico que se sostenga en el tiempo, que ofrezca respuestas a tantas preguntas. Un compromiso que se construye propiciando condiciones de trabajo favorables, consolidando puestos de trabajo, ofreciendo tiempos (¡ay, los tiempos escolares!) y espacios para el encuentro.
La “C” de competencia. Ser competentes con unas herramientas, unos recursos, unos entornos, unas metodologías que tendrán que ser nuestras amigas. Y para ser competentes la administración diseñará un plan de formación adecuado y posible. El profesorado necesita aliento, equilibrio y estabilidad. Competencia, pues, para poder dar lo mejor de nosotros mismos.