Antonio, dí que eres alma.
Bueno, papá, ya le has dado el último abrazo a la vida. Ya no brillan tus ojos color madera que tanta luz desprendían. Tenía guardadas estas líneas en el cajón de nuestra memoria desde hace mucho tiempo y hoy aquí están, serenas, eternas. Escritas con renglones rectos. Son destellos que nos iluminan y nos abrazan