Ayer por la tarde tuve ocasión de hablar sobre el Programa de Bilingüismo a un nutrido grupo de maestras y (dos) maestros. La charla, que llevaba el subtítulo «Creo en ti», tuvo lugar en el CPR Juan de Lanuza de ZGZ y, como siempre, fue un placer compartir la tarde con compañeras que sienten similares inquietudes y parecidas ilusiones.
El encuentro formaba parte del Seminario Provincial sobre Bilingüismo organizado por el Departamento de Educación a través del CPR. En él se han tratado, a lo largo de dos meses, varias cuestiones relacionadas con el desarrollo de este programa educativo que se implantó en España en 1996 y que vive días de incertidumbre y noches de escepticismo. La de ayer era la última jornada y aunque el tema que me pidieron que desarrollara se refería a un ámbito muy concreto del currículo integrado (la relación y coordinación entre los profesionales que lo llevan a cabo), lo cierto es que pudimos tratar muchas y muy variadas cuestiones. Todas ellas suscitan el interés de los claustros y provocan la reflexión no siempre compartida de todas aquellos que hace años que vivimos las bondades de esta propuesta que ha obtenido resulutados muy interesantes, como quedó demostrado en el Informe de Evaluación del Programa Bilingüe en España de Marzo de 2010.
Las tres ideas que marcaron mi exposición son tres ejes en torno a los cuales se debe construir el edificio pedagógico, organizativo y humano en el que habita el Currículo Integrado y cuya presencia en el colegio bilingüe es vital para que la idea crezca sana y próspera. La primera habla de la necesidad de ofrecer una formación adecuada a los claustros sobre las características del currículo integrado para que, conocidos los aspectos más relevantes, se pueda abordar la elaboración del plan de estudios que recoja los objetivos propuestos y en el que se plasme la metodología que debe seguirse. En este punto hablamos también de la importancia de contar con asesoramiento teórico cualificado y disponer de la presencia de maestros con experiencia en el curríçulo que aporten y compartan con sus iguales lo explorado y aprendido a lo largo de los años.
La segunda idea se refiere a aspectos organizativos. Un colegio bilingüe debe estar preparado mentalmente para hacer suya una nueva manera de estar en el mundo. El equipo, el grupo, la importancia de ser y estar juntos es un concepto que perfumará la vida escolar tanto en el claustro como en las familias, cuyo concurso es fundamental desde los inicios hasta la madurez. Equipo, idea que transforma la manera de enseñar y aprender, de gestionar y recibir servicio, de expresarnos y entender la sociedad a la que servimos. Y en este punto será necesario que los equipos directivos ganen protagonismo, afirmen su liderazgo pedagógico y de gestión, aporten estrategias que permitan crear estructuras organizativas y faciliten la existencia de momentos y lugares de encuentro entre los miembros del claustro. Todo ello con el firme, explícito y público apoyo de la Administración, tan remisa y escasa casi siempre en mostrar sus afectos a quienes le ponen cara, alma y emoción a la gestión educativa.
Por último, y no por eso lo menos importante, será muy necesario que los colegios consideren las relaciones personales de los miembros de sus claustros como tema prioritario en la vida del centro. Sólo en un clima escolar propicio en el que prime la cercanía de los maestros que han de compartir un proyecto educativo tan exigente será posible afrontar con garantías de éxito los objetivos acordados. Para ello harán bien los equipos directivos en diseñar estrategias que hagan posible que en el colego haya una atmósfera con unos factores socioambientales e interpersonales positivos, pues las instituciones escolares que se organizan y funcionan adecuadamente logran efectos significativos en el aprendizaje de sus alumnos.
En fin, de todo ello hablé, hablamos ayer, martes, en el CPR Juan de Lanuza de Zaragoza. Sólo deseo que mis palabras transmitieran a mis compañeras el entusiasmo y la ilusión que me lleva a creer que el Proyecto de Bilingüismo es lo mejor que le ha pasado a la sociedad aragonesa en los últimos años. Y que la calma que debe acompañar nuestro día a día llegase a todas ellas, pues sigue siendo gran verdad que no es bueno hacer mudanza en tiempos de desolación, los que hoy nos abruman, en los que hoy habitamos.