Nuestra escuela, nuestra familia (Heraldo Escolar) Foto:
Sobre una polvorienta explanada por la que cada tarde galopaba un balón de cuero viejo pateado por un puñado de corazones infantiles se construyó hace años un colegio. Aquellos “campos del Luis” acogieron el aroma de futuro de una comunidad. Tiempo después brilla al amparo de la luz de su gente y del color de una rosa que escribe versos aprendices de crecer, de construir, de convivir.
Oliver es un barrio que durante décadas vio cómo el tren lo unía y separaba al mismo tiempo. Hoy esa vía es un corredor verde que cubre los sueños de quienes viajamos en aquellos vagones ruidosos. Y esa esperanza se hace
vida compartida en la verdad del colegio Ramiro Solans, certero relato enamorado, poema inacabado que se envuelve en la igualdad, que se acuesta en la riqueza de su diversidad.
La alegría nos abrazó cuando la Fundación Princesa de Girona le otorgó el premio “Escuela 2024”. Un premio, la suave voz que nos invita al camino compartido en el que familias y alumnado acercan horizontes a la voluntad
plural. Lo dijo Rosa Llorente, su directora: “Ellos han impulsado el cambio, han creído y crecido con nosotras, convirtiéndose en verdaderos agentes transformadores”. Y habló de pasión, de compromiso, de creencia en la
justicia social, la equidad y la inclusión.
Vivir esta vida necesita de limpieza de espíritu, de redes transparentes, de conversaciones sinceras, de debates nítidos y respeto y afecto mutuo. Vivir esta vida se merece que entre todos hilvanemos voluntades cómplices.



