Bilingüismo: "¡Todos bilingües!".

   Encuentro un momento para tomar café y té con quien también trabaja en un colegio. El suyo es un centro concertado pero sus problemas y soluciones me resultan familiares, siendo mi vida territorio de devoción pública. Hablamos y hablamos y sale el tema del bilingüismo en las escuelas. Se ha puesto de moda ser bilingüe y ahora parece que quien no aporta esa etiqueta como colegio está fuera de juego. 

   Es un tema muy delicado que se está tratando con mucha ligereza, gran desconocimiento y demasiado oportunismo. Se venden los colegios e institutos con el apellido «bilingüe» y en la mayoría de los casos se empieza la casa por el tejado. Muy español todo. No se trabaja con pausa y medida, sino con precipitación y superficialidad. Lo importante es ser «B2». El «bedosismo» es la nueva religión imperante, sus sumos sacerdotes hacen ostentación de la fe del converso y sus templos ofertan cursos rápidos y eficaces. Se trata de poner encima de la mesa el título, aunque eso suponga propiciar injusticias manifiestas y en ocasiones arrinconemos a magníficos profesionales de larga y contrastada experiencia por el mero hecho de no poseer la acreditación.

   Cuidado, mucho cuidado. El camino de implantación de una enseñanza en dos lenguas (mal llamada «bilingüe») debe ser largo, reposado y cuidadosamente planificado. Y recorrido con cariño, diálogo y paciencia. Justo lo que no tenemos, ¿verdad?  

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