Acoso, muda tempestad (Heraldo Escolar)

Acoso es violencia. Es el triunfo del vacío. El dolor nos impide afrontar un problema aún poco investigado, cuyas causas, incidencia real y forma de paliar sus efectos son atendidos superficialmente. Sabemos que las aulas, los
tiempos de recreo y el patio son los lugares donde más se da (Fundación ANAR), lo que nos indica que la actuación de los iguales es nuclear para comprender y saber actuar. La escuela institución ha aceptado su protagonismo pero no siempre encuentra el guión adecuado. Afortunadamente ya disponemos de modelos contrastados que nos brindan respuestas a este problema sombra.

El programa finlandés “KiVa” se apoya en la acción proactiva de los testigos. Con su concurso evitamos que el victimario se nutra del reconocimiento social y mantenga su posición de poder sobre el grupo. El modelo dialógico propone un proceso de construcción de las normas de convivencia en el que participa toda la comunidad y que pone el foco en que las y los testigos tomen postura y siempre del lado de la víctima (“Club de los valientes”).

Por último, la convivencia restaurativa, que desarrolla dinámicas de escucha activa a través de círculos y su utilización en todas las reuniones de familias del centro. Ser comunidad, vivir en plural son ideas luminosas cuando tratamos
situaciones de maltrato porque contribuyen a anular el silencio, cómplice insano. Para ello el profesorado debe saber analizar y gestionar un problema con demasiados claroscuros. De nuevo la formación, es decir.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *