En esta columna hemos escrito sobre la necesidad de vivir la educación en comunidad. Pero también hemos reflexionado sobre la importancia de lograr que todos cuantos participamos en el hecho educativo nos sintamos protagonistas.
Hay acuerdo sobre el valor de las buenas relaciones entre los diferentes sectores, pero después de muchos años de afirmarlo no podemos asegurar que siempre se cumpla. Y aquí leemos a Jordi Collet, quien habla de la educación a tiempo completo, para cuya consecución plantea seis retos.
En primer lugar, crear un vínculo sólido entre la escuela y el municipio, algo a lo que puede contribuir una nueva lectura de la ciudad por parte de los centros. Para ello habrá que limpiar los contextos para facilitar el encuentro.
Más retos: uno de ellos se refiere a ensanchar la consideración de educadores a cuantos agentes participan en la vida del centro. Otro, convertir los espacios consultivos en espacios participativos. En este sentido, Collet explica que muchas veces las reuniones con los sectores son meros encuentros informativos en los que no siempre se tienen en cuenta las aportaciones y esa tendencia hay que revertirla.
El cuarto reto invita a tener gobiernos locales más horizontales y que trabajen en red y el quinto considera que un proyecto educativo debe ser “compartido, global, coherente y orientado”. Para conseguirlo es obvio que aplaudimos la afirmación de Alfredo Hernando: “El equipo siempre es más inteligente que el más inteligente del equipo”.
Por último, habrá que trabajar muy en serio para lograr una verdadera igualdad de oportunidades. Y no solo en el acceso, como se está haciendo ahora, sino también en “la equidad en el proceso y en los resultados”.
Educación a tiempo completo, pues. Y personas que crean en los beneficios de generar espacios de encuentro. Quizás el reto más difícil. El séptimo.