Los estándares (de aprendizaje), esos estandartes.

   Escribo este texto el 29 de enero, día de San Valero, patrón de Zaragoza. No sé cuándo lo publicaré en mi blog porque solo lo haré cuando se detenga este horrendo tsunami que amenaza con acabar con la esperanza de muchos y que atiende al nombre de «Estándares de aprendizaje». Y lo que conlleva.

Tantos vaivenes

En los últimos años hemos vivido varios momentos estelares en educación. 

Image1En su día fueron los tablets en la escuela o el bilingüismo, Hace unas semanas fue el admirado César Bona y su candidatura a los Global Prize Teacher y ahora estamos viviendo el enconado debate «Deberes sí, deberes no». Pero si hay algo que le quita el sueño al profesorado ahora mismo y le produce una innecesaria angustia es la implantación de un modelo de evaluación regido por los estándares y los indicadores de logro en un proceso absolutamente incomprensible y demoledor.

Breve preámbulo

Soy maestro desde hace varios lustros. He tenido ocasión de conocer a maestros y maestras de los que he aprendido muchísimo, pues eran y son grandes personas. A todas ellas he llegado a querer mucho y sus vidas han sido la guía que he seguido hasta el día de hoy, seguro de mis incertidumbres y asido a su bondad, generosidad y amor y estoy seguro de que ninguno de ellos vería o ve con buenos ojos este galimatías estandarizador que nos abruma. Y principalmente porque si algo está lejos de lo que entendemos como educación es el afán evaluador que nos invade y amenaza con ahogarnos.

Cuento esto porque quiero proclamar mi fe en el compromiso, el trabajo y el esfuerzo común antes de expresar mi escepticismo ante la improvisación, la desinformación y la imposición. Y porque sé que es imposible el progreso cuando no podemos creer en lo que hacemos, precisamente en un momento muy complicado para la profesión.

Por qué es (más) difícil ser maestro así

IMG-20150212-WA0031bPorque no es bueno vivir bajo sospecha (no se confía en el profesorado), y nosotros lo estamos.

Porque no es bueno vivir bajo una exigencia incomprensible e imposible de cumplir (el episodio de los estándares es el paradigma), y nosotros lo hacemos.

Porque no es bueno vivir sin creer (no se convence con argumentos), y nosotros hemos caído en el descreimiento.

Porque no es bueno vivir en la ignorancia (vivimos en una sociedad epidérmica y superficial), y nosotros lo sufrimos.

Porque no es bueno vivir en la inseguridad (los equipos de trabajo pocas veces se consolidan), y nosotros la padecemos.

¡Ay, los estándares de aprendizaje!

IMG-20150212-WA0030bCada una de estas afirmaciones puede ser rebatida, desde luego, pero no he encontrado a día de hoy a nadie que lo haya podido hacer. Y eso es muy grave, porque si son cuestiones de gran importancia (premisa que defiendo) y suponen un obstáculo grande, nuestros gestores deberían haber puesto los medios para su remedio. Sin embargo no lo han hecho. Porque no han sabido, porque no han podido o porque no hay voluntad, pero lo que es seguro es que se está perdiendo un tiempo y unos esfuerzos preciosos y ello es así, entre otras cosas, porque se hacen análisis equivocados de la realidad. 

   Necesitamos reflexión, debate, estudio y acuerdo. Sobre todo acuerdo. Hay que tomar un camino con el todos podamos estar mínimamente cómodos y llegar a pactos que nos ayuden a estabilizar el panorama educativo. El caso de los estándares equivocaditos, que nos recuerda el título de aquella obra de Mihura de los años 40 (El caso de la mujer asesinadita) nadie lo entiende y ocupa y sobre todo preocupa muchísimo al profesorado de primaria, al que nada positivo le aporta en su práctica diaria. Al contrario: es un fango movedizo que perturba y dificulta muchísimo el desempeño de nuestra profesión, además de producir desasosiego, desazón e impotencia. Parecen malos compañeros de viaje para un colectivo demasiado golpeado por las medias verdades durante demasiado tiempo. Los peores. 

  P.S.: Este artículo lo he guardado durante varias semanas en la «nevera», como les ocurre a los malos árbitros. Lo publico hoy cuando el Departamento ha anunciado que la evaluación por estándares puede esperar. O, al menos, eso he entendido según lectura en la prensa. Creo, porque a veces ya no sé qué entiendo y qué no. 

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