No fuimos a Granada (Granada CF, 1 – Real Zaragoza, 0)

El alma del Real Zaragoza sigue encantada y ayer volvió a pasear su amargura, esta vez por el sur, como el moro de Granada que cantaban Los Puntos. Es verdad que hubo un palo, un gol anulado con muy poco criterio y un penalty que no se pitó, pero en el mundo que vivimos de poco sirve explicar la vida con detalles externos. Al final, el viaje de vuelta volvió a ser un páramo emocional y en la libreta de Carcedo era difícil leer párrafos con soluciones.

Jugó el equipo aragonés un partido de perfil bajo. La alineación de nuevo ofreció novedades y en ella leímos nombres diferentes a los que saltaron al verde de La Basílica el pasado sábado. Las obligaciones físicas y las decisiones técnicas llevan al entrenador a una ribera en la que a veces hay demasiado barro y las manchas no nos dejan entender bien su plan.

Los primeros veinte minutos fueron un lienzo de brocha lenta. Mucho cielo, poco fondo y menos paisaje. Salvo una primera jugada local en la que balón rodó cerca del poste izquierdo de Cristian y una jugada en la que Larra fue derribado en el área pero fue computada erróneamente como carga legal, nada más. A partir de ahí los jugadores comenzaron a desperezarse y los primeros en asomarse al patio de la casa del vecino fue el Granada. Uzuni, el goleaador de moda, puso a prueba a Cristian, que inició con una gran parada un clinic de porteros de primer nivel. Después llegaría un cabezazo mediocre de Rubio, pero estaba claro que el primero al que se le habían despegado las sábanas era al equipo de Karanka.

La afición local, que andaba un tanto mosca con su equipo porque lo no ve muy fino, se animó y con ese empuje llegó otra oportunidad franjirroja. Ahora era el otrora estrella Callejón quien disponía de una ocasión que solo su afán por lucirse evitó que se convirtiera en el primer gol. Su chut se fue fuera por poco cuando lo normal habría sido acabar en la red de Cristian. El peligro, en esta ocasión y en otras, llegó por Territorio Fuentes, que se las vio y se las deseó para detener la avalancha y lo mejor fue que en los primeros 47 minutos no hubo gol nazarí.

Sí pudo haberlo en la portería de Fernández si el magnífico gesto técnico que nos regaló Bermejo en el minuto 40 hubiera culminado en gol, pero el poste se encargó de escupir la fortuna aragonesa. Habría sido, sin duda, uno de los goles de la jornada, pues la dejada de Gueye fue muy buena y el doble sombrero del 10 zaragocista bien mereció el premio de la red. No pudo ser, como tampoco sabremos nunca si la jugada que nació en una terrorífica entrada recibida por Puche habría llegado a buen término si no hubiera sido fracturada por la torpe decisión del árbitro González Francés que no aplicó la ley de la ventaja.

Acabó la primera con dos nuevas buenas paradas de Cristian y de ahí al vestuario el relato se tomó un respiro a la espera de volver a abrir las páginas de un partido que prometía incertidumbre y quién sabe si un golpe de fortuna a favor de los avispas.

El regreso al césped trajo la noticia de la ausencia de Bermejo por unas molestias en su abductor y en su lugar entró Vada. No pudimos comprobar el beneficio del cambio, pues en el minuto 1 un balón rebotado llegó a los pies de Rubio, quien solo ante Cristian no dudó en cruzar muy bien el balón para lograr el 1-0. El error de varios defensores provocó que llegase el gol, que siempre es una mala noticia para este Zaragoza incapaz de reponerse ante la adversidad.

El término knock out (KO) le viene al equipo de Carcedo como anillo al dedo, porque después del gol pudo recibir otro tras error de López, en una clara muestra de desorientación y disolución anímica y futbolística. Al equipo y al cuerpo técnico, porque no es la primera vez que Carcedo toma decisiones muy discutibles cuando la baraja no nos entrega ninguna carta buena. Poner a Simeone y quitar a Gueye, además de insistir con Vada cuando ya sabemos que no está en forma son dos buenos ejemplos.

No había respuesta, no se eligió el mejor plan y cuando el fútbol te da la oportunidad de enmendar los errores con un buen gol de Simeone llega el VAR y desdice la legalidad del mismo. Una lástima, pues habría sido importante equilibrar el choque en el minuto 63 ante un equipo que tampoco dio señales de fortaleza y claridad futbolística. No en su caso, con un presupuesto y unos recursos lejos del común de los mortales.

Pretendió Karanka sujetar el resultado y fiarlo todo a la calidad de sus jugadores, que pusieron en aprietos a Cristian en varias ocasiones aunque no lograron batirlo, pues este año el rosarino es la mejor y casi única garantía del Zaragoza. De todas ellas recordamos la última, la que disfrutó Rochina y desbarató Cristian porque es un gran portero y está en un momento especialmente dulce. Por parte aragonesa, muy poco. Entraron Mollejo y Luna pero en todo caso nos resulta muy difícil percibir una idea que nos empuje a creer en el equipo aparte de lo que pueda ofrecernos el fútbol en forma de jugada fortuita, córner bien resuelto o jugada a balón parado. Y así, la flauta suena a veces, pero muy pocas veces.

Este Zaragoza es frágil, endeble moralmente e incierto futbolísticamente. Pobres argumentos para pensar en algo más que no sea sostener al equipo en la categoría. Disminuidos diálogos para pensar en una historia que atrape al espectador.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *