Profesorado constructor (Heraldo Escolar) Foto: Jaime Perpinyà

Comienza un nuevo curso, una nueva singladura. Las velas del navío sienten la fuerza del viento y las maderas crujen a cada golpe de remo. Los ecos del Congreso de innovación combaten “el silencio sin estrellas” (Lorca).   

Pienso en mis iguales, capitanas experimentadas e ilusionados grumetes por igual y rescato las palabras que nos regalamos en el reencuentro. En él nos vimos, nos dijimos, nos escuchamos. Y de él salí de la mano de la idea que ha sido mi compañera durante 38 años: un proceso de transformación educativa nunca se acaba porque siempre quedan caminos por andar. 

Pude conversar sobre la necesidad de huir de lo simple, pues la vida es compleja (J. Osborne). Pude hablar de lo importante que es el bienestar para el aprendizaje y lo importante que es el aprendizaje para el bienestar (A. Hargreaves). Pude sonreír al escuchar que debemos reflexionar, leer, caminar despacio para demostrar que sabemos a dónde vamos (L. Oriol).  Y pude comprobar la obsolescencia de las metodologías cuando estas se convierten en vedettes e ignoran al profesorado, actor principal de esta obra. 

En él confío cuando es aprendiz que contagia la pasión por el saber; cuando trabaja por una nueva forma de estar en el mundo; cuando propicia diálogos abiertos al  conocimiento diverso y cuando cimenta comunidades en las que lo colectivo es lo sustancial. Si eres uno de ellos nos encontraremos, como nos enseña E. Morín, para “vivir según la necesidad poética de amor”.

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