He encontrado la mañana escrita
en cada paso que me ha traído hasta aquí.
He llegado y lo hago para decirte,
en nombre de los caminos andados,
que si somos cauce de un río
en tu lecho han crecido tantas flores como días tiene una vida.
En horas rotas supiste coser la esperanza
que en ti depositaron tantas generaciones.
En tardes acabadas
dibujaste el mapa de tantos futuros
que no nos caben en la memoria.
En años maduros
aprendiste de amor para dar amor.
¿Nos lo quedamos?
Lo verás si miras a tu alrededor.
¿Lo merecimos?
Lo sabrás si escuchas este silencio que ahora llenamos con nuestro afecto.
¿Te llovió el pasado como agua vencida?
Bébela, que hay mil bocas que pronuncian los nombres prójimos.
Hoy encuentras un recodo de melodías,
un arroyo en el que reflejar tu despedida.
Seguro que es un saludo al sol del porvenir,
porque con él tenemos la certeza de tenerte siempre,
en la confianza de tu presencia,
firme como el ladrillo de las almas fuertes.
Escúchanos en la armonía
que titula este retrato bien definido
Y recuérdanos
como la amada palabra que acostará tus sueños.
Querida maestra, querida amiga.