El viernes, 21 de marzo de 2014, se celebró en Zaragoza la jornada de presentación del Programa «AnTICípate». En ella el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón dio luz a una idea que pretende acercar el uso de entornos y herramientas digitales a la práctica educativa. O lo que podríamos expresar de un modo más llano: que a partir de ahora se utilicen tabletas y recursos on/off line (libros digitales) sustituyendo los materiales clásicos (libros de texto, cuadernos, etc).
La jornada, a la que asistimos casi trescientos profesionales de la educación, la presidió Manuel Magdaleno, Director General de Política Educativa. En su intervención, hizo una descripción estadística del desarrollo de anteriores programas de implementación de recursos digitales para después llevar a cabo lo que él mismo denominó «poner las cartas sobre la mesa». Sus siete afirmaciones, desarrolladas con detalle y claridad, ayudaron a comprender el espíritu del programa. Ahora, discrepemos, mostremos acuerdo o planteemos principios divergentes a los expuestos por el Departamento.
De todo ello habrá que hablar con tranquilidad a partir de ahora, pues la tarea que tenemos por delante quienes allí estuvimos es trasladar a nuestros claustros lo que aprendimos. Y, sobre todo, compartir ideas, propuestas e intenciones.
Antes de ir al asunto que nos ocupa, diré que me habría gustado que el Sr. Magdaleno, que estuvo claro y persuasivo, no hubiera hecho una descripción meramente numérica y económica de lo vivido hasta ahora para luego decir que no hemos mejorado. Los presentes, me atrevo a decir que todos los presentes, éramos maestros/as y profesores/as que llevamos mucho tiempo trabajando en la escuela con planteamientos innovadores y comprometidos con prácticas educativas 2.0 y otras que completan un curriculum vitae colectivo muy valioso. No obstante, sentí que habíamos suspendido. Hum, otro cate más.
Habría sido muy bueno que se nos dijera que lo que se ha hecho hasta ahora tiene un valor, que se reconoce el esfuerzo hecho por parte de tantos y tantos profesionales anónimos y que aplaude nuestra dedicación y trabajo. Eso habría estado muy bien. Y después si nos dice que, una vez llegados hasta aquí, vamos a dar un empujón y vamos a tratar de mejorar y que para eso estamos y que por eso os presentamos este programa, pues fenomenal. No cuesta mucho, la verdad. Pero en fin, tan solo era una idea, así que vamos al tema.
El programa «AnTICípate» es un camino. Con recodos, baches, veredas amables y obstáculos. Hay mucho que hablar y todo que pactar. Claustros, familias, equipos directivos y administración deberemos encontrar puntos de sintonía para llegar a un acuerdo que nos permita poner en práctica esta propuesta, si así lo consideramos. Y en este proceso hará falta mucha paciencia, cariño, pausa y poso. Y lo que se me ocurre podríamos llamar «Las tres C». Estas.
La «C» de Creer. Considerar que esta idea es buena, válida, interesante y útil. Creer que, como los planteamientos metodológicos que su desarrollo nos pide son distintos de los habituales en el aula, habrá que ponerse en manos de quien nos pueda ayudar y tener confianza en que es un cambio que nos permitirá encontrar la sintonía con la sociedad a la que servimos y que ya nos está demandando otras formas de educar, de enseñar, de vivir. Creer, pues, que el cambio es posible.
La «C» de compromiso. Compromiso personal y profesional para desarrollar un modelo pedagógico que debe sostenerse en el tiempo, que tiene que ofrecer soluciones a los problemas que ahora nos impiden ver la cara oculta de la luna. Y el compromiso se construye propiciando condiciones de trabajo favorables, consolidando puestos de trabajo, ofreciendo tiempos y espacios para el encuentro. Compromiso, pues, con el futuro.
La «C» de competencia. Ser competentes con unas herramientas, unos recursos, unos entornos, unas metodologías que tendrán que ser nuestras amigas. Y para ser competentes habrá que demandarle a la administración, a quienes hemos elegido para que modelen la «res publica», que diseñen un plan de formación serio, sensato y, sobre todo, asumido y acordado por todos. Si no somos competentes, fracasaremos y un nuevo Titanic de la educación se partirá en dos tras chocar con el iceberg del desamparo. El profesorado necesita aliento, equilibrio y estabilidad. Competencia, pues, para poder dar lo mejor de nosotros mismos.
En fin, amable lector, esta es mi propuesta. Me gustará que la lean mis compañeros y mis superiores y que la compartan o la rebatan, la consideren o la ignoren, frunzan el ceño o asientan con su mirada. Pero, sobre todo, me gustará que sirva para reflexionar.
Acerca del autor
¿Y hablaron los centros pilotos? Parece ser que de los 90 centros que reunieron en junio del curso pasado para ser centros piloto sólo se decidieron 3. Algo tendrán que decir, ¿no?
Buenas tardes,
Me parece muy acertadas las valoraciones de la Jornada, personalmente sólo puede estar presente el viernes por la mañana porque por la tarde tenía que estar presente en el I SImposio Internacional de Mobile Learning en Córdoba.
Con el ánimo de participar como ponente sobre contenidos digitales y plataformas educativas y como educando que está en aprendizaje permanente. En definitiva una gran dosis de educación y tecnología.
Como siempre digo: sirvan estos viajes y congresos para atraer conocimiento a nuestro territorio. Os dejo las conclusiones del Simposio porque creo que aportan una visión de los porqués y cómo debemos acometer esta transformación http://www.simposioml.org/conclusiones/
Saludos.
Aitor
Aitor Mensuro
Director Digital-Text – Eleven