Que yo cambie no es extraño (Heraldo Escolar) Foto: Jaime Perpinyà

Asisto a una Jornada de alfabetización audiovisual. Allí se habló de expresión, de lenguaje y de creatividad, aunque lo que navegó bajo las aguas del arte fue la vida. El cine como mensaje y mensajero que propicia ecosistemas humanos y por tanto naturales.


El 22 de abril, además, se celebró el Día de la Tierra. En ese encuentro, vinculado al mundo educativo, se habló de cambio cultural y mi apreciado Carmelo Marcén me previene: “la inercia cultural es indestructible”. Primer desafío.


Me inspiro en Charo Morán y comparto el compromiso por una nueva cultura de la Tierra. Nuestros recursos materiales son insuficientes por lo que el reto es generar en nuestro alumnado conciencia de decrecimiento material.


Construyamos tendencia para recuperar los bienes comunes e incorporemos el concepto de justicia ambiental y de economía social y solidaria al aula.


Se sabe que la vida no es viable sin algunos procesos bioquímicos. Así pues, profundicemos en el conocimiento de las leyes de la biosfera abriendo nuestros currículos a la vida desde el amor a la diversidad y promocionando entre nuestro alumnado un compromiso por el diseño de circuitos circulares que favorezcan la reintegración natural.


En esa jornada se habló al amparo de una herramienta ya tan integrada en nosotros como el audiovisual, de poner la vida en el centro de nuestra acción educativa desarrollando una cultura de la paz y hacer de la cooperación una razón de ser. Si hay un Día de la Tierra, hay 365 Días de la Vida.

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