"Volverte a ver".

(Publicado en BALCEI, Septiembre de 2006)

   Jack Sparrow ha vuelto. Atrapado por su pasado, enganchado al odio que despierta entre sus enemigos, sujeta su alma por los grilletes de la ambición y la seductora caricia del poder, el personaje que encarna como nadie Johnny Depp ha irrumpido de nuevo en nuestras vidas. Este pirata, heterodoxo como un hincha del Barça nacido en Chamberí, ha salpicado nuestras asombradas caras con toda suerte de olas enfurecidas, gruesas y hediondas gotas de sudor, intrépidos lametazos de sangre y mortales círculos trazados por su espada y la de su encarnizado oponente, el corsario Davey Jones, y lo ha hecho en plena canícula, cuando el asfalto de nuestras ciudades suplicaba un respiro en medio de las pisadas de guiris desorientados en busca de una cara amiga que les diga dónde está el Museo del Prado.

   Pero no ha sido el único que ha regresado. El ajustado cuerpo de Superman, embutido en ese traje hecho a la medida de un superhéroe capaz de acabar con el villano Spacy, ha vuelto a surcar los cielos de Metrópolis y ha sido capaz, una vez, de enamorar a una Lois Lane un tanto disgustada con la repentina marcha de su amado quien, recordemos, tuvo que abandonar la Tierra en busca de sus orígenes.

   Estos dos párrafos, que han servido como introducción, pretenden llamar la atención sobre algo que ya se está convirtiendo en una costumbre en el cine norteamericano. Hollywood le ha pillado gusto a eso de producir segundas y/o terceras partes de los productos que fueron éxito mundial en una primera entrega. Pero eso no es malo; au contraire: es bueno si las segunda partes lo son. Que es el caso. Tanto las aventuras de los piratas más guapos que hayan surcado los siete mares como los peligros que tiene que afrontar el alter ego de Clark Kent son el eje argumental de dos películas dignas de ser vistas con entusiasmo y de convertirse, en muy poco tiempo, en producto cultural merecedor de ser coleccionado. Se trata de dos películas que responden a la expectación, que entretienen (eso también es cine, amigos puretas), que colaboran con nosotros para que pasemos una estupenda tarde/noche de cine y que resisten, sin problemas, una segunda y tercera vez. Porque, a ver: ¿hay muchas películas que hayas visto últimamente, amado lector, que sean capaces de cumplir estos requisitos aquí relatados? Pues eso.

   Y todo lo que hemos escrito sobre dos de los estrenos más potentes del verano sucederá con una película española que se estrena estos días. “Alatriste” va a ser una de las sensaciones de la temporada, y no es algo que podamos decir con frecuencia de una película española. Estamos acostumbrados a esperar mucho de las obras de Almodóvar o de Amenábar (y pocos más, no nos engañemos) y siempre se trata de películas “de autor”, con tramas y excelentes interpretaciones de los actores, es verdad. Pero “Alatriste” es una película que cumple los requisitos para ser catalogada como cine de género, con un gran despliegue de medios artísticos y económicos y que no encaja con la imagen de película española. Lo que nos han adelantado los trailers ya supone motivo para ir a verla, por espectacular, por diseño artístico, por su grandiosidad, pero me gustaría añadir otra razón para no perdérsela: el autor de la novela en que se ha basado el guión, Arturo Pérez-Reverte, ¡está encantado con la película! Bueno, bueno: no me dirás que eso sí que es raro, ¿eh? Así que nos encontramos ante un producto bien hecho y que satisface a todo el mundo. ¿Hemos dejado de ser españoles, así, de repente o es que “con dinero chifletes”?

   En fin: otoño amable el que nos espera, delicado momento para el disfrute cinematográfico y cálida ocasión para mirar de frente a quien se atreve a darle la mano a los retos. Sea.

Juan Antonio Pérez-Bello

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