Cada vez es más difícil. Las historias se agotan, las ideas se quedan en casa y y los motivos desaparecen, los muy canallas. Es un rito caro y poco agradecido y el ánimo se encoge cuando la pantalla se te ofrece, sensual pero blanca; limpia de palabras, llena de propósitos. Parece mentira que haya dedos que vuelen por sobre las teclas y caigan sobre ellas con decisión, sin error, eligiéndolas como a doncellas indefensas, buscando la uve, despreciando la hache, abrazando la ese, ignorando la ge. ¿Dónde están esas manos dulces como el acero que procuran no dañar el mundo porque el mundo es suyo? ¿Acaso tú las conoces, sabes dónde duermen las noches, conoces sus amoríos? Yo una vez vi algunas Eran orgullosas, tiernas, implacables y pisaban la tierra con firmeza. Sabían que de ellas nacen las historias que a ti y a mí nos emocionan y que por ellas viajamos a lejanas montañas y descendemos por rugosos riachuelos. A veces me visitan, vienen a mis sueños y se instalan en mis bocas, todas las que tengo: la de gritar, a de rogar, la de leer, la de soplar, la de besar, la de matar…Sí, también la de matar.
Son ya muchos años. Hay quien dice que más de cien. ¡Más de cien! Días y noches empeñados en llenar el cielo de aventuras, terrores, amores, muertes, celos. ¡Tantos proyectos llevados a la gloria! ¡Tantas ilusiones enterradas en las tumbas del olvido! Hoy, en el cielo; mañana, arrojada al basurero del ayer.
Muchos años. Algunos se empeñan en recordarlo y organizan congresos, jornadas, galas. Yo, sencillamente, me homenajeo de la mejor manera que sé: existiendo. Cien años de mentiras y verdades que han servido para que algunos olvidasen, por algunas horas, las dudas propias y las certezas ajenas. Y aquí estoy, a veces derrotado, a veces triunfador, pero siempre impecablemente vestido para la ocasión. Soy el Cine Español. Bienvenidos a mi casa. Bienvenidos a la vida.