Creer en crear (Heraldo Escolar) Foto: Jaime Perpinyà
Hace años leí un artículo de Coral Regí, directora de la escuela Virolai. En él escribía sobre la creatividad, esa “capacidad de ver la realidad con una mirada abierta y saberle dar respuestas de manera diferente”. Me entusiasmó.
A lo largo de mis años de docente he defendido que necesitamos personas que huyan de las respuestas correctas, seres capaces de aprender y desaprender para volver a aprender, que sepan adaptarse a entornos alejados de la certeza. Personas creativas, es decir.
Regí cree que “educar la creatividad requiere un proyecto compartido”, lo que nos lleva, una vez más, a la idea de comunidad en su más profundo sentido. Porque debe ser la escuela institución quien trabaje y eduque la creatividad.
Para ello contemos con un profesorado que se replantee su rol y busque la coherencia en común. Que eduque por contagio, que enseñe a ver y escuchar y aprenda a analizar la realidad con una mente ancha.
En esta columna ya hemos escrito sobre la importancia de la reflexión y la gestión del tiempo. Hoy, con tantas luces cortas, decimos que educar en la creatividad es educar en el sendero largo, prolongado.
Y huir de la certeza. Tan sospechosa la verdad simple cuando la realidad es tan poliédrica frente al error y el fracaso, valiosas herramientas que contribuyen a la educación de personas creativas.
Pedirle a la vida que nos dé respuestas, en fin, quizás no sea el camino. Mejor, tal vez, explorar horizontes que nos lleven a hacernos mejores preguntas. Mejor, sí, creer en crear.



