(28/06/2014)
Ando enfrascado en la edición de un vídeo escolar. Es una actividad que forma parte de mí y de mi vida profesional desde hace más de veinticinco años y podría escribir un libro con todas las aventuras que he vivido, que hemos vivido, en todo este tiempo. Desde aquellos tiempos en que cargaba mi cámara Panasonic de cuatro kilos al hombro hasta el día de hoy, cuando con un smartphone y una aplicación tan sencilla como Vine podemos expresar millones de emociones.
Con aquella cámara, que aún conservo, grababa todo lo que se movía y luego me iba a casa para editar montando un tenderete de cables y magnetoscopios de padre y muy señor mío. Era muy difícil, pero apasionante.
Luego vinieron las tituladoras, con las que añadíamos esperpénticos textos que le daban a los vídeos una apariencia fantasmagórica. sin embargo, como era una modernez, allá que íbamos con algún que otro truco que compartíamos los iniciados, siempre boca a boca, eso sí.
Llegué a Movera, donde conocí a Rafa Lacambra, magnífico maestro y mejor compañero. A mediados de los 90 surgió «el vídeo digital». Eso fue una revolución. Sin embargo, los problemas técnicos eran de tal envergadura que a veces daban ganas de tirar la toalla. Nunca lo hacíamos. Nunca lo hicimos. Buscamos mil soluciones, encontramos alguna y con ellas «tiramos p’alante».
La vida me llevó después en Alcorisa, donde crecí como maestro y como persona a lo largo de más de dos décadas. Allí comencé el taller de vídeo, nació Producciones Guadal y Opillo y un poco más tarde, el Canal Pispotero .
Durante ese período recuerdo aquel curso del Proyecto Mercurio que hicimos en Logroño en el verano de 1996 con compañeros como Benjamín Ber, Florencio López y, más tarde, Ignacio Cólera. Aprendimos mucho y nos ilusionamos más. Volvimos a nuestros colegios con una cámara de vídeo nueva y un ordenador que era, en esos días, la monda: un «Pentium 133» que nos permitiría renderizar los vídeos y convertirlos a un formato digital, en este caso en formato .avi. Eso sí, construir un minuto de película le costaba a aquel «superordenador» toda la noche.
Hoy estoy en mi querido Catalina de Aragón y nuestro Canal Catalina ya nos muestra sus primeros granitos de acné. Y en ello estoy, como decía al principio del post: editando el vídeo de una bonita experiencia de la que cuando vea la luz hablaremos largo y tendido.
Juan, vídeo delicioso. Un inmejorable recuerdo. ¡Ojala el próximo curso escolar podamos disfrutar de muchos más…! Feliz descanso.