Educar en la alegría (Heraldo Escolar)
Hace años leí un artículo de Carlos Aldana titulado «La llamada a la alegría en las aulas». En él reflexionaba en torno a una idea: “Si se aprende plenamente en ambientes de seguridad, de confianza, de libertad, donde se siente la alegría, ¿por qué no asumir a esta como una enorme herramienta que da sentido al aula?».
He conocido a personas que han hecho de la sonrisa y el cariño signos de identidad. Lo escribí hace algunos años. «Cuando llegas al centro y te encuentras con las compañeras hay palabras de afecto. Es fácil llevarse bien con tus iguales, es fácil hacer fácil la convivencia. Las familias sujetan el mundo, su mundo, expectantes aunque confiadas. Me gusta ese roce de palabras que invita a la acogida». Si aceptamos a la alegría a nuestro lado quizás consigamos construir una escuela no solo de la razón, sino de las razones. Tal vez, solo tal vez, le demos sentido a lo que sucede en el aula.
Me acuerdo de mi gente , verdaderos responsables de esta forma de estar en el mundo que he hecho mía. Con su ejemplo ayudan a hacer que este mundo sea un poco mejor. Ellos, docentes, son la razón de mi fe en la vida, aunque a veces, quizás demasiadas, nos lleguen argumentos para lo contrario. Y con ellos aprendí que la comunicación aporta intención de ser, deseo de compartir, proximidad y horizontes comunes. Alegría, en fin. Porque Aldana nos enseña que “la alegría en las aulas tiene un punto de partida muy profundo: que todos nos sintamos respetados”. Porque todos somos respetables.


