(02/10/2013) Una conversación con mis amigos maestros nos lleva a tratar un tema del que no se habla mucho en los medios de comunicación, ni siquiera entre nosotros, pero que es más que importante e influye mucho en el proceso escolar. Me refiero a los espacios, a los edificios, a las construcciones en definitiva.
No suele ser una cuestión de interés entre los miembros de la comunidad educativa, pero cuando se vive el nacimiento de un colegio es casi inevitable pensar en qué se ha hecho, qué se podría haber hecho y, lo más interesante, qué se debería haber hecho. No se trata de suplantar a los arquitectos; se trata de plantear el debate que nos indica qué criterios deben ser tenidos en cuenta a la hora de construir: ¿los económicos?, ¿los arquitectónicos?, ¿los pedagógicos?.
Hoy, comienzos del siglo XXI, no es mala idea tratar de plantear algunas ideas con las que, probablemente, estaremos de acuerdo una mayoría de ciudadanos. Quizás nos pueden ayudar a acordar un dibujo de centro educativo acorde con lo que muchos creemos que debe ser ese espacio en el que desarrollar adecuadamente un proyecto educativo. Estas son las que yo propongo y quiero compartir con el lector:
1. Las etapas educativas deben estar próximas entre sí, por lo que habría que procurar que se ubiquen en un mismo edificio o, por lo menos, manteniendo un continuum espacial. La necesaria relación entre etapas educativas así lo aconseja.
2. Los espacios para encontrarse con las familias deberán ser confortables, acogedores y cálidos en su ambiente. Cuando unos padres vienen al colegio a hablar con los maestros, vienen a hablar de los más preciado y querido de sus vidas, por lo que el momento requiere que se produzca en un entorno amable, discreto y favorecedor de la comunicación.
3. El profesorado necesita de salas de encuentro espaciosas y bien iluminadas donde poder compartir con sus iguales las inquietudes, ocupaciones y vivencias que conforman el núcleo de la vida un colegio. Un territorio de encuentro y confidencias, de relación personal que invite a la reflexión en común en un clima que favorezca la comunicación.
4. Las aulas tienen demasiados muros. Cuando hemos tenido la dicha de disfrutar de espacios comunicados y hemos comprobado la delicia que supone contar con la presencia del compañero y la facilidad para intercambiar alumnado y organizar los grupos según se necesite, se hace difícil aprobar la disposición de aulas cerradas y dispuestas en largos pasillos. Este aspecto está muy ligado a la idea de contar con equipos muy cohesionados capaces de trabajar conjuntamente, algo muy difícil de lograr con el diseño de muchos colegios actuales. Incluso nuevos.
5. El patio es un espacio educativo de primer orden. Tan importante como el aula común. En él se celebran amistades y contratiempos y lo que allí sucede tiene una repercusión relevante en la vida del aula. Por eso, el recreo debería ser diseñado con mimo y atención, cuidando su distribución, su luz, los elementos y juegos que ayuden a los escolares a crecer y relacionarse, a conocer y comprender cuál es su lugar en el mundo.
Son cinco ideas, cinco aspectos que nos hacen estar en el mundo de una u otra manera, cuatro detalles que nos permiten vivir el día a día de una u otra forma. Cinco estaciones que conforman un estilo educativo. Depende de cómo se sueñen así sera nuestra escuela.
Y con los materiales y diseño adecuados a nuestro clima. Estar dando clase con 33ºC es muuuuuuy difícil y en el cole de Ejea, con año y medio de vida, la temperatura a partir del mediodía están rondando los 30-33 ºC. Si la arquitectura tradicional construía con ladrillo y persianas, ¿por qué nos empeñamos en orientar todo al sur con estores y planchas de policarbonato de colores?
Si para los programas educativos, apenas se cuenta (si es que se cuenta) con los docentes, pues a la vista está el revuelo que se genera en cada reforma educativa; mucho me temo que para el diseño de un colegio…
Sin embargo, todas tus apreciaciones me parecen muy válidas. Sobretodo la de los muros. Yo recuerdo, en mi colegio («tu» colegio), aulas con puertas correderas, y dar clases conjuntas entre «los de A y los de B», siendo un niño. Y creo que mi generación no ha salido mal…