(Publicado en Heraldo Escolar el 19 de abril de 2017)
Hay palabras que viven sus horas bajas. Una de ellas es conceptos. Es poco popular hablar de ellos como una parte sustancial del proceso educativo, aunque luego en la intimidad defendamos su importancia.
Los conceptos, entendidos como palancas de ordenamiento de la psique, son útiles. Simplifican las tareas de aprendizaje, facilitan la comunicación y ayudan a distinguir entre realidad y ficción.
Una idea capital es entender que los conceptos se refieren a las categorías en las que agrupamos nuestro conocimiento y experiencia. Bruner afirma que los conceptos se pueden analizar con respecto a la forma de representación icónica, simbólica y activa. Quizás en nuestro sistema escolar hay un cierto déficit en desarrollar esta última.
La presencia de los conceptos en la escuela necesita de más calle, de más barrio, de más pueblo, de más ciudad. Mi colegio, como en otros 34 en Aragón, participa en el proyecto “Aprendiendo a emprender”. En él manejamos muchos conceptos cuya asunción encuentra su pleno significado cuando, por ejemplo, el alumnado gestiona la visita a una empresa. O cuando lleva a cabo un estudio de nuestro entorno para analizar su realidad y proponer acciones de transformación.
En este punto volvemos de nuevo a los griegos, creadores del modelo binario educación-instrucción. Si bien es un debate siempre abierto, asumimos con Tedesco que “el desempeño productivo y el ciudadano requieren el desarrollo
de una serie de capacidades que no se forman ni espontáneamente ni a través de la mera adquisición de informaciones o conocimientos”. Parecería tan necio echarnos en manos de los conceptos, imprescindibles pero no suficientes. También lo es aceptar únicamente la experimentación como fuente de crecimiento.
Cada persona tiene una historia propia única que determina cómo usa los conceptos. Por eso, la escuela debe ayudar a construir procesos de experiencia compartida de los conceptos que cada uno tiene. En ese punto de encuentro radica el crecimiento de comunidades ricas y fértiles.