"La escuela prohibida", una sacudida inteligente.

   ¿Y si ciertamente debiéramos repensar la escuela, “esta” escuela? ¿Y si lo que realmente tuviéramos enfrente fuese un edificio paupérrimo, relleno de mensajes caducos y metodologías impregnadas por el afán de perpetuar esquemas agotados? ¿Y si lo que sustenta nuestro universo de convivencia fuese una escuela que merece renacer para que alumbre un mundo nuevo que algunos han sabido vislumbrar en medio de la hojarasca de la limitación intelectual y moral?

Estas y muchas otras preguntas encuentran su respuesta en una película argentina que se convirtió hace años en una referencia inexcusable para debatir sobre el presente y el futuro de la escuela. “La educación prohibida” es una voz despiadada contra el orden establecido, un abrazo a un futuro en el que no encontremos ni medio gramo de alcanfor pedagógico. Es una apuesta por la construcción del hombre y la mujer nuevos, amparados en propuestas como Montessori, Waldorf, la pedagogía sistémica o la escuela libertaria.

En la película se pone a la escuela mirando al abismo y esa mirada ha provocado la controversia, el aplauso y la reticencia. Todo válido, si sirve para agitar las conciencias y mantener viva la llama del progreso. Después, cada uno, cada una somos libres para opinar.

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