Si me dices que existe un horizonte
yo te cuento que hay un solo confín
al que llego si atravieso ese monte
de tus ojos para llegar a Asín.
Las mañanas olían a camelia
y las tardes a fresno y a pinar.
En tus noches duermen besos de Aurelia,
En tus días es Benito el ancho mar.
No hubo frío azul entre tanto frío.
Fue la roja leña amiga del calor
cuando cada alba el camino era río,
y el recreo Cinco villas a babor.
El verano era campo, agua y viento,
limpia orilla de cosecha sin final.
Era abrazo de Jesús, era momento
de explorar el cielo abierto en vendaval.
Y después siempre llega esa llama,
la caricia traidora del amor.
La que enciende cada nombre y nos reclama
que la vida es un relato, no un rumor.
Víctor, Tania y Lucía, son vereda
que acompaña en cada viaje vuestra luz.
Quédate el aroma a sal de La Pineda,
que en el mundo el sabor lo pones tú.
El futuro, Fernando, te espera.