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A once años del último abrazo de Juan Perpiñá.
Es la orilla que amamos. Es la mar en la que navegaron los sueños que supimos compartir, es ella la que me trae tus palabras cristal. Bajo la misma luz, al lado del mismo viento que se llevó la vida que nos diste, así le digo a la tarde que nos visita lo mucho que te queremos. Nos queda la paz, Juan. Nos queda la mirada azul con la que aprendimos a ver en medio de aquella noche que nos cubrió cuando te fuiste. Seguimos contigo como tú estás con nosotros. No hay día que no te hablemos, que no escuchemos tu risa amplia y marinera. No importa que esta…
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Maruja, verso sol, verso amor
Me ha llamado el mar, María, madre, yaya. Me dice que las olas hoy brillan más, que el horizonte se ha ensanchado y que cada caricia de arena nos invita a escuchar la paz que le has regalado con tu llegada. Me ha llamado el mar y me propone acoger la melodía de tu voz cuando se asombra por disfrutar de la fortuna de tu presencia. Se veía lejos este viaje y no llegamos a imaginar el minuto después de tu marcha. Ahora que todo es cierto nos disponemos a aprender de la vida todo lo que nos enseñaste. Con tu ser, con tu amor, con tu palabra, con…
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Antonio, hace dos años fuiste alma
He querido esperar al sol, Antonio, papá, yayo. Bajo su luz escribo mejor, siento más cerca la lejanía de los días queridos y encuentro más cálidas las palabras precisas para recordarte. En esta tarde de invierno piel madera elijo el brillo del agua querida para decirte lo mucho que te añoramos. Y con el reflejo transparente me quedo a dormir junto a las laderas de tu sonrisa, que se apagó como el atardecer de la juventud pero que aún nos sirve de compañera de todos los viajes que nos quedan por hacer. Sería suficiente si en esta página blanca que guardo desde aquella mañana, ahora son dos años, supiera esculpir…
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A ocho años del último abrazo de Juan Perpiñá (2019)
¡Qué cerca, el mar, Juan! ¡Y qué lejos la tarde! Aquella que nos abriste los ojos mientras tú cerrabas tu mirada. Ese fue tu mensaje, el mismo que seguimos acariciando cuando el sol de octubre nos recuerda que sigues en nosotros cada día. Puedes imaginar la melodía de Serrat mientras los dos, ella, tu ella, y yo paseamos nuestra pequeña libertad por la orilla del Mediterráneo. Y eso que no eran nuestras olas, ni nuestra luz, ni el perfume de nuestra Valencia amada. No lo eran por mucho que quieran asemejarse, pero lo que vive en nosotros, el aire que respiraste al nacer, al crecer, al amar, al conquistar, al…
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Antonio, hace un año fuiste alma
Hoy, Antonio, papá, yayo, ha amanecido suave y cielo. Hoy, como ayer,como hace un año, es azul la mañana, quieta. Parece distinta pero en realidad es la misma, que se ha hecho eterna para ti. No sabría decirle al viento qué me quedo de su melodía, pero como guardo tantas palabras tuyas seguro que encontraré la más exacta. Hay una luz amiga. Lo sé porque me ayuda a mirarte y reconozco todas y cada una de las sonrisas que nos regalaste cuando niños. En esa luz encuentro las mil razones para seguir viviendo en ti y mantener intacto el sonido de tu voz, madera y tierra bañada…
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A siete años del último abrazo de Juan Perpiñá.
(04/10/2018) Hoy, Juan, ha amanecido suavemente. No diré que como todos los días, porque nunca los octubres nos sabrán igual, pero sí al costado de la memoria que nos agita tu mirada azul. Han nacido muchas mañanas y se han escapado no pocos deseos. Aún recitamos tu limpia sonrisa cada vez que este sol nos llama, pero lo que no ha vencido es el olvido. Será así porque el arenal verso que voló sobre tu vertical amor a la vida nos sigue acogiendo cuando es menester hacer de la vida orilla de verdades. Te digo, Juan, que estos días de sol lejano nos hacen más tuyos. De sol…
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Antonio, dí que eres alma.
Bueno, papá, ya le has dado el último abrazo a la vida. Ya no brillan tus ojos color madera que tanta luz desprendían. Tenía guardadas estas líneas en el cajón de nuestra memoria desde hace mucho tiempo y hoy aquí están, serenas, eternas. Escritas con renglones rectos. Son destellos que nos iluminan y nos abrazan con cuidado. Son como un susurro que nos acompaña. Hoy, papá, hay más sol que nunca porque el cielo es más cielo. Te llevas un trocico de tu Alcalá y de tu Chiva pero aquí nos dejas la vida que nos regalaste. Nos ves juntos, como siempre quisiste que fuera, y alrededor de…
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A seis años del último abrazo de Juan Perpiñá.
Te diré, Juan, que es un día de sol de cielo adentro. Es, quiero dar gracias, el mismo sol que cubría el cielo aquella tarde que es esta tarde. Hace seis años y nada y todo ha cambiado igual que todo y nada sigue igual. No pasa un día sin tenerte con nosotros. No hay día que acabe sin una sonrisa acompañada de tu recuerdo. Así ha sido desde tu último abrazo y así será hasta el encuentro. Mientras tanto, el mar es más mar porque a su orilla se acuesta quien sabe reír como tú le enseñaste y lleva en el corazón las mil razones para vivir que…
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A cinco años del último abrazo de Juan Perpiñá.
Mediterráneo, amigo. En tus brazos quedaron las palabras que nos hicieron mejores, las frases que nos hicieron crecer al amparo de la luz del levante. En cada una de las olas duerme nuestro recuerdo, la sonrisa que nos regalas cada día, cuando te hacemos presente, Juan, cuando te tenemos junto a nosotros para que nos ilumine tanto amor que nos queda. Mediteráneo, amor. Cinco años son cinco soles eternos. Cinco años desde aquella tarde luminosa en que nos dejaste tu mejor abrazo, el que nos abrió la ventana de tu legado, el que nos conforta cuando andamos las orillas de tu sonrisa ancha. Hoy, tu futuro navega en…
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A cuatro años del último abrazo de Juan Perpiñá.
No me duele el día. Me lo impide la luz que susurra, Juan, tu recuerdo; me obliga la memoria del camino. No me duele y eso me sirve para sujetar con el nudo del amor cada día que vivimos sin ti. Cuatro años son mil vidas, pero ninguna deja de ser fértil porque en ti seguimos acostados a cuanto nos diste. En esa llanura que fue todo lo que compartimos, todo lo que construimos, cada palabra que nos regalamos cada vez que abríamos una ventana para que por ella entrara la fortuna de estar juntos. Ese día que no me duele porque tú no nos dejas ha nacido…
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A tres años del último abrazo de Juan Perpiñá.
Hoy hay sol en la mañana, Juan. Hoy, sí. Hoy tenemos la piel iluminada por la caricia de tanta luz. Ya sabes, Juan, que somos militantes de la vida y por eso mismo cada día le damos las gracias por sentir su amor. Y qué cálido es tu recuerdo cada minuto. Ya sabes, porque lo sabes, lo sé, que nos tienes atrapados en tu memoria y hoy más que nunca. Cuando estamos todos otra vez en el mismo sitio, bajo el mismo cielo, con la misma emoción con que nos hiciste saborear esta hermosa aventura del ser. Hoy es un día más sin ti, pero es un día en que…
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A dos años del último abrazo de Juan Perpiñá.
Hoy, Juan, el día ha amanecido gris y dormido. Hoy, Juan, cumpleaños de tu adiós, he temido que no naciese el sol, pero qué alegría volver a recibirlo cuando más lo necesitamos. La tarde otoñal, cálida y azul en tu cielo, en ese que vives desde entonces, nos ha llegado como un regalo, perfecto, abierto, como era tu sonrisa, como eran los abrazos que nos dabas. Dos años después de tu despedida no nos hace falta nada para recordarte, para mencionar tu amor, para volver a sentir tu presencia, siempre abundante y generosa. Y estas horas de luz mediterránea que nos regalas tú, estoy seguro, son las que…
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Un año después del último abrazo a Juan Perpiñá.
Es el mismo sol, el mismo azul en el cielo, el mismo perfume de otoño joven y ancho de vida. Todo es igual. Hasta la sonrisa de los niños que revolotean por las nubes de la tarde. Parece mentira cómo se pueden parecer tanto dos momentos lejanos y distantes. Cuando en medio han nacido días inacabados y noches sin horizonte todo parece dormir en el olvido, pero la ausencia siempre vuelve para agarrarte el alma y arañarte cada rincón de tu memoria. Hoy hace un año que Juan, el padre de mi amor, el abuelo de mi mañana, se abrazó a su deseo por ir a dormir al…
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A Juan Perpiñá, palabra de mar.
Juan Perpiñá le ha dado el último abrazo a la vida. Lo ha hecho en el calor del hogar, envuelto en las caricias de los suyos, mostrándole al cielo una sonrisa recta y valiente, como lo fue su existencia, como lo fue su palabra. El padre de mi amor, el abuelo de mi mañana, acertó a ponerle cara al momento que a todos nos aguarda: “la plácida espera”. Una espera de alguien que siempre tuvo a la esperanza por bandera que siguió con la fuerza que le daba creer que creía: amó al amor, trató de derrotar a la derrota y supo que era posible no saber, por lo que…















